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Archivo Histórico de Tucumán: un niño a la horca.

¿Sabías que en 1637 un niño fue condenado a muerte? El primer proceso criminal que se puede hallar en el Archivo Histórico de la provincia de Tucumán data de 1637 y trata del caso de un robo de $300 de Cristóbal de Cobos a su tío Antón Bernal. El expediente muestra el procedimiento, que no difiere mucho del de la actualidad, además del detalle de los tormentos a los que fue sometido y su posterior condena a muerte. Pero lo que resulta interesante aquí es un conflicto que se produce entre la iglesia y la Justicia que mostrara una clara lucha de poder. Se expresó en la condición de inviolable de la sede de la Iglesia, dado que en esa época era una de las instituciones a la cual la justicia no tenía jurisdicción para entrar.


La discusión acerca de la edad de imputabilidad continúa presente en nuestros días, las discusiones aquí presentadas son fácilmente identificables a las diferentes posturas que sostienen grupos ideológicos o instituciones en la actualidad.


Este proceso criminal comenzó con la acusación que hace Antón Bernal contra su sobrino, oriundo de Buenos Aires, de haberle robado $300. El caso ocurrió en Tucumán. El niño confesó haber dejado la plata, “enterrada a los pies de un naranjo en la casa de Don Francisco Acosta Caballero”.

Tras haber sufrido torturas en la cárcel común, el niño comenzó su confesión relatando que su tío Antón Bernal le había dado licencia para sacar la plata que él quisiera, pero al ver que su tío no venia decidió entrar a la casa y quemar la tapa de la caja donde estaba guardada la plata, ya que su tío tenia la llave y estaba ausente hacia dos días (no se especifica en el expediente donde se fue el adulto). Además, durante la narración de los hechos el niño dijo que gastó $6 de los $300 que había sacado, $4,50 en un sastre por haberle hecho unos balones (pelotas, en este caso pudo haber sido de cuero o de trapos) que traía puesto y $1,50 que le quedaba lo había utilizado en gastos menores.


Después de haber sufrido las torturas, hace aparición la justicia eclesiástica, y dice: “Gerónimo de Escobar defensor de menores y curador del niño Cristóbal de Cobos menor de edad, preso en la cárcel pública, pide que sea restituido al Gremio de la Iglesia, por haber ganado lugar sagrado, con lo cual pide que sea dado en libertad aludiendo que solo se trató de una travesura y no de un robo”.

Cristóbal de Cobos, de todos modos fue encontrado culpable, y se le leyó la siguiente sentencia: “Que de la cárcel de prisión donde esta sea sacado caballero en una bestia de albarda con una soga a la garganta, los pies y las manos atados, por las calles acostumbradas con vos de pregonero que manifieste su delito y llevado al rollo que está en la plaza y de él sea ahorcado por el pescuezo hasta que naturalmente muera”.


Como recurso desesperado la Iglesia acudió en su ayuda inmediatamente recluyendo a Cristóbal en un convento, donde por entonces, la Justicia ordinaria no tenía jurisdicción. A pesar de que intentaron sacarlo a la fuerza, finalmente termina recluido allí, y no muere porque es salvado por la iglesia.


Este expediente puede ser leído íntegramente en el Archivo Histórico de Tucumán, y se encuentra en Sección Judicial Criminal; Caja 1. Expediente 5. Año 1637


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