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Mamá e hija crearon "El dragón sin fuego" y planean nuevas aventuras literarias


El dragón sin fuego se titula el libro que hicieron Lorena Gall y Genoveva Lojo Gall. Con textos de la mamá e ilustraciones de su hija, este proyecto nació con la idea de concretar una obra juntas. Genoveva, que cumple seis años en mayo, dibuja desde que tenía dos, y Lorena empezó a escribir literatura para chicos desde que les lee a sus hijos cuentos a la noche, antes de dormir o a la tarde, para desengancharlos de la tele.


Geno acaba de pasar a primer grado y desde hace un año y medio empezó a usar el Paintbrush y a dibujar con el mouse en la compu. Lorena también es mamá de Ramón, de 4 años. Trabaja como profesora de Lengua y Literatura en colegios secundarios de Lomas de Zamora, en Buenos Aires, y como profesora de Estética y Teoría del Arte en la Universidad Nacional de Arte. Escribe desde siempre, pero con discontinuidad.

Del papel en blanco a la historia contada de a dos


“Hicimos cuadritos con muchos de sus dibujos, que decoran su pieza y fueron, además, inspiración para este libro. Si bien la escritura en sí está a cargo mío, y Genoveva también dibuja sola, el contenido puede pensarse como colectivo, en el sentido de que se nutre de todo lo que experimentamos en la vida. Ella dibuja casi siempre inspirándose en narraciones: de la tele, de cosas que inventa, de síntesis entre una y otra y esta vez, de los cuentos que yo escribí. Y yo escribo haciendo una ensalada entre todas las cosas que leo, escucho, miro y vivencio con mis hijos” contó Lorena como para empezar a familiarizarnos con una aventura que aunque parece consumada tiene pinta de estar en sus comienzos.


Lorena ya había publicado algunos cuentos en revistas y en una antología literaria cuando era mucho más joven y después, no escribió por mucho tiempo hasta que descubrió el cine. Ahí trabajó unos años, escribió y adaptó guiones para cortometrajes, un medio y un largometraje, que también dirigió. Hace dos años, empezó a escribir de nuevo narrativa y desde que tiene hijos y lee para ellos, descubrió la literatura infantil y se entusiasmó con narrar también cuentos para chicos.


A contar historias se aprende... si se practica

Sabemos que en general los chicos a los 5 años no escriben, no manejan el código lecto escritural, ni tienen dominio del alfabeto. Al menos el tránsito escolar no prevé esos dominios intelectuales a esa etapa de la vida. Pero los niños y niñas de esa edad relatan, arman historias, imaginan personajes, intrigas, lo hacen mientras juegan todo el tiempo. Solos o con amigos, su manera de estar en el mundo es vivenciando historias y tramas a las que pueden agregarles condimentos personales. Aunque no se auto perciban como parte de un proyecto editorial los niños buscan lectores y audiencias en el seno de la misma familia o de amigos; sobre todo buscan personas que les presten atención mientras cuentan y que le den crédito a lo que oyen mientras los escuchan.


Pero ¿qué conocimientos necesitan los chicos para poder narrar historias? Lorena expresó que “se narra desde el momento en que se internaliza en qué consiste una historia, que es básicamente una selección de momentos que están intencionadamente unidos, tensados causalmente para producir ciertos efectos como miedo, alegría, risa o emoción. Los chicos desde muy chicos aprenden a reconocer cuando hay relato, cuando un conflicto rompe un equilibrio de situación, no importa qué tan loca pueda ser la situación de la que se parta. Hay conflicto cuando algún elemento se presenta y cambia las reglas de juego dadas, y luego, la narración se desarrolla con la propuesta de volver a reconstruir la situación inicial o armar una cosa completamente nueva. Esa forma la aprenden a reconocer los chicos a partir de otras historias que les narran sus padres y a partir de lo que ven en los dibujitos, por supuesto. Por eso vemos que nenes con tres años más o menos, ya pueden contar con cierta coherencia algo que les pasó o que vieron en la tele o que les contaron. O sea, para narrar no hay que escribir, se puede narrar llegada cierta maduración del lenguaje, y luego, a partir de sistematizar intuitivamente las estructuras de las historias que nos han contado, porque los relatos de tradición oral, los relatos folklóricos, la mayoría de los cuentos infantiles que llegan a nuestros días y que son inspiración de nuevas historias tienen estructuras y motivos muy parecidos que los chicos aprenden a reconocer muy rápido como el equilibrio, el conflicto y el final o el protagonista-antagonista”.


El Dragón nació jugando


O sea, escribiendo o no, los chicos cuentan y leen, y con lo que leen y sus forma de sintetizar sentidos vuelven a contar. El Dragón sin fuego es un libro de tres cuentos basados en animales mitológicos conocidos (la sirena, el dragón) y no tanto (el kraken, el ave roc). Cada cuento remata al final con una especie de moraleja heterodoxa o graciosa también. A su vez, cada uno está ilustrado con cuatro dibujos hechos por Genoveva.


Madre e hija hicieron el libro juntas pensándolo como un juego difícil pero espontáneo, que nadie las obligaba a jugar. “La idea de hacer un libro juntas surgió a partir de los dibujos de Geno. Esa fue la razón para hacerlo. Que me pusiera a escribir cuentos para chicos fue porque desde que nacieron mis hijos, no paro de leer literatura infantil. Pero los cuentos concretamente no, no surgieron a partir de algún dibujo específico, en realidad”, explicó Lorena a una consulta más ansiosa que comprensiva.


Como toda buena historia la escritura de un libro a dueto también expone tensiones. Como en un vínculo pedagógico el rol del escritor también es de guía y de rector, en el Dragón sin Fuego “Hay muchas palabras o expresiones que se aclaran en el cuento, porque me gusta que los relatos presenten nuevas palabras, enriquezcan el vocabulario de los nenes, pero no se puede forzar a que ellos deduzcan todo por contexto. Entonces, terminé usando eso como un recurso estilístico de los cuentos: el narrador se entromete a cada rato para explicar qué significa tal o cual palabra o expresión”. Porque el cuento en algún punto es un modo de producir conocimiento, una manera alternativa de reflexionar, una herramienta de aprendizaje que además es creada por el propio niño.


Y durante el proceso se manifiestan las distancias naturales que separa las realidades de los adultos y los niños. Aunque en el camino se vean como una pareja creadora, los procesos internos los diferencian, y eso emerge en tensiones obvias. No todo es color de rosas. La escritora contó que “a uno de los cuentos, el de la sirena y el kraken, le tuve que cambiar el final porque a Genoveva no le gustaba la primera versión y tampoco le gustaba que todo ocurriera en una isla, porque ella decía que entonces todo estaba muy quieto. Así que sacamos al kraken a altamar, porque al principio, todo sucedía en uno de los ríos de Lemuria, pero no creo que haya sido suficiente”.


Educación audiovisual hogareña para empoderar a los narradores


La profesora de letras contó que “Genoveva está muy acostumbrada a pensar y discutir sobre lo que le leemos y lo que mira en la tele porque es lo que hacemos nosotros con el papá todo el tiempo. Entonces, con ellos también discutimos si nos gustaron los personajes o la forma en que está contada una historia, si nos gusta el final o nos decepciona, cosas así. Por eso, yo hacía lo mismo con los cuentos. Los escribía y después, los testeaba con ella. Me fijaba o le preguntaba qué partes la hacían distraerse para abreviarlas, qué cosas no entendía y había que explicar”. Así, en ese ejercicio práctico de reescritura de todo lo que consumimos, los niños se van construyendo condiciones para tener más y mejores herramientas narrativas. La lectura crítica de medios es una gimnasia de escritura permanente que ayuda a contar historias más complejas, con más elementos, con un tiempo con quiebres, no lineal, no casuístico. Eso se aprende, no es de adquisición natural, de ahí que se entienda que El Dragón... seguramente nació primero en el sillón, mirando películas juntas, series, discutiendo sobre contenidos hechos por otros, amando producciones ajenas y detestando malas historias contadas por terceros.


Escribir un libro, escribir sobre un mundo con reglas propias


La autora adulta dijo en la charla que lo más divertido para hacer en la vida es jugar, en el sentido de seguir reglas pero que uno elige. “Esa es la mejor experiencia de la vida y la verdadera libertad. Y desde adentro de las historias, de que todas las cosas buenas se logran colectivamente”, sentenció Lorena y en esa máxima encerró una mirada del mundo.


Lejos del moralismo y las bajadas de línea que se buscan con algunos relatos para chicos, la autora contó que “Traté de que todas las “moralejas” no reforzaran la idea de que todo se trata de buscar la verdad interior, como si tal cosa existiera, sino que quise sugerir todo lo contrario, que la riqueza del mundo y de la vida está afuera y en el encuentro con los otros. Pero los otros son diversos y no siempre nos caen bien ni son nuestros amigos, del mismo modo que nosotros no lo somos para otros, por supuesto. Entonces lo difícil es ver con qué otros nos sentimos más felices”.


Luego agregó que “eso es lo que aprende un adulto trabajando con un niño, supongo que no hay nada tan satisfactorio como jugar, establecer reglas arbitrarias y seguirlas, darle forma a lo que nos imaginamos, hacer que aparezca un universo entero que antes no existía, darle rienda suelta a nuestras ideas fijas sin tener que dar explicaciones”.


La historia sin fin


Cuando empezamos la charla proyectamos deseos propios: ¿al Dragón lo siguen reescribiendo mientras lo asimilan y lo comparten?, y nos respondieron con lógica de escritor: “¡No! ¡Publicamos para dejar de hacer eso!. Pero Sí seguimos teniendo proyectos juntas. Estamos haciendo otro libro con tres cuentos de terror para chicos. El trabajo sigue, las historias proliferan y los dibujos de Geno se complejizan, se vuelven cada vez más sofisticados. Verla dibujar entre diez y veinte dibujos por día es lo que me hace tener ganas de trabajar porque me hace dar cuenta de que cuando escribo quiero sentir lo que ella siente dibujando. Quiero recuperar esa pasión y manía que tiene uno de chico”.


Genoveva y su Dragón sin Fuego


1) ¿Qué cosas dibujaste en el libro?


Un dragón, unas sirenas, un kraken y un ave roc.


2) ¿Cómo se te ocurrieron los dibujos que hiciste?


Algunos los miré en internet, por ej el del dragón volando, el del kraken y el ave roc porque no sabía cómo eran. Y algunos los inventé sola como el de la sirena.


3) ¿Tenés nuevas historias que te gustaría dibujar?


Sí. Me gustaría dibujar historias de terror como las que estamos haciendo con mi mamá. Ya terminé un dibujo de esas, el de una chica momia.


4) ¿Lo vas a compartir con amigos y conocidos?


Ya se lo di a algunos amigos y a mis primos. Me quedan algunos amigos y la seño.


5) ¿Cuál es el que más te gusta?


De los cuentos me gustan el del ave roc y el de la sirena y de los dibujos que hice el que más me gusta es el primero del kraken.



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