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En la escuela Normal se habló de límites y de construcción de autonomía en la infancia



El jardín de infantes de la escuela Normal, a cargo de la profesora Ilda Aguirre, organizó un taller para padres de niños y niñas que asisten a ese nivel de la escuela. Gilda Pastorino y Adriana Jerez, profesionales del servicio de Estimulación Temprana del Hospital de Niños fueron las encargadas de la jornada. La idea fue reflexionar sobre temas vinculados a la crianza, los límites, el poder del diálogo, el ejercicio de los roles paterno y materno, el lugar de la institución escolar, la familia como motor básico de la educación, los berrinches que aparecen como parte del vínculo. La idea organizadora es que los adultos deben abordar con sapiencia y de múltiples maneras la función parental en la primera infancia. Otra idea es que la familia y la escuela deben verse como parte del mismo equipo, no como oponentes que intentan endilgarse responsabilidades mutuamente. En el plano netamente familiar, hay que respetar las funciones de cada miembro comprendiendo que “los roles familiares son importantes y aportan al trabajo en equipo, única manera de desarrollar una educación asertiva”.




Asumir roles sin perder la ternura


“Actitudes de los padres en la vida cotidiana hoy”, comenzó Pastorino presentando el nombre de la charla que abordó pautas de crianza que marcan matrices de aprendizaje y que van acumulando experiencias que le dan forma a un modelo. La trabajadora social destacó la importancia de los contextos diversos. En la escuela pública, por ejemplo, los niños se encuentran y se relacionan con otros niños provenientes de otras clases sociales, otras realidades y posiblemente otros marcos y tradiciones familiares.


La familia es la primera fuente socializadora, dado que es el ámbito en donde se transmiten hábitos, normas sociales, se organizan horarios, pautas de disciplina. La autonomía del niño se organiza con límites, normas de comportamiento claras, no a partir del reto y el chirlo, sino a partir de pautas y acuerdos que vayan transmitiendo lo que se debe y lo que no se debe hacer. Lo que se debe y no se debe hacer siempre son sentencias relativas a cada tradición familiar, creencias o tradiciones, que aparecen siempre en esa transacción diaria.


Los adultos deben respetar horarios y espacios dado que los hábitos deben aprehenderse en el mismo seno del hogar. El niño tiene espacios para jugar y otros para dormir, espacios para asearse y otros para alimentarse. Todo lo que hace el niño es en algún punto habilitado por los adultos, si los adultos modifican conductas permisivas para transformarlas en normas comprensibles hay más chances de que los niños se construyan en función de esas normas.


También salió el tema del berrinche y de la herramienta básica de manipulación infantil: el llanto como atajo para imponer deseos urgentes. No hay que lamentar el llanto del niño, dado que es un elemento de adaptación a los procesos de socialización de los niños, no un motivador de conmoción adulta. Hago esto para que llore, no es una respuesta válida, ni una reacción conducente. Un adulto no puede reaccionar mirando con los ojos del niño, sino con los ojos de padre/madre del niño que llora, y ayudar al niño a expresar su deseo dialogando.


Cuando se habla de los contextos, también hay que entender que cada hijo es un caso particular y no hay situaciones replicables a los distintos hijos. Tanto los niños como los adultos llegan al mundo en etapas diferentes. Etapas diferentes objetivamente porque no nacen juntos y por ende el mundo es distinto, y subjetivamente porque cuando vienen a la familia Nosotros los adultos, ya no somos los mismos que éramos.


A veces los padres no saben qué hacer con el berrinche


Pastorino recomendó que “debemos pensar un proceso común entre los adultos de referencia que viven con los niños. Si en el grupo familiar conviven tíos, abuelos y padres se deben respetar los roles. No se deben dar mensajes contradictorios a los niños, porque ellos terminan confundiendo los roles de los adultos y perdiendo motivos para respetar los lugares de cada quien. No se puede tener un padre que regaña y otro que apoya las razones del berrinche”.


Según Pastorino el modelo de paternidad autoritario no es el camino, siempre hay que contemplar los aspectos emocionales y afectivos del niño. Hay que incorporar los deseos del niño en el modelo de conversación que se establece entre adultos y niños.


Adriana Jerez planteó la charla en el marco de lo que sucede antes del nacimiento del bebé. “Nosotros somos padres desde antes de que el niño venga a la casa. Ya concebíamos la paternidad cuando proyectábamos la llegada a la familia. Se va construyendo una historia previa cuando el bebé está en la panza de la madre. Cuando comienza el embarazo ya comienza el proyecto de padres”, explicó la psicóloga.


Luego explicó que el primer año de vida el niño es dependiente de las necesidades básicas, comer, sueño, higiene etc. Y los padres decodifican. Es importante que esa etapa sea compartida por los dos padres. Desde bebé el afecto se muestra con el contacto con el otro, hay algo importante que tiene que ver con la intimidad entre los papás. El niño no tiene que ser tocado o acariciado de la misma manera por todas las personas que lo conocen o lo tratan, sino que los padres deben apropiarse de ese espacio afectivo único que en la primera infancia solo se vive en la familia.


Autonomía y Educación


El adulto tiene que acompañar el desarrollo de la autonomía de los chicos, la vida no es sustituir los mandatos de los pibes, sino de acompañarlos, no hacer lo que ellos deben hacer sino tender puentes de conversación de calidad que vuelva viable ese paso creciente hacia una mayor autonomía. No es solo decir "NO", sino abrir posibilidades de comprensión, y encontrar entre adulto y niño el sentido de lo que sí se puede hacer y lo que no.


La prohibición tiene que ver con lo que los padres creen que se puede hacer o no. Lo que hay que hacer es construir. ¿Por qué a mi hermano lo dejan a mí, no? Bueno, ahí el desafío es explicar que no sirve comparar porque cada uno es diferente, la realidad de los niños también es diferente.


En grupo salieron claves de la educación asertiva


Luego se pasó a un trabajo grupal donde los padres agrupados en distintas comisiones abordaban mediante representación Role Playing o mediante un esquema o dibujo una situación conflictiva y la intentaban plantear con una esperanza de solución. Surgieron escenas dramatizadas donde el niño se encaprichaba con el celu, otras donde el niño quería que le compren si o si unas papas fritas, otras en donde un niño no quiere vestirse para ir a la escuela y promueve una vivencia que se repite diariamente durante dos horas en donde su mamá queda entrampada, y otra escena en donde la situación que atraviesa el desafío adulto involucra la violencia y la agresión entre pares.


En todos los grupos se pensaron situaciones y charlas como alternativas positivas y también reacciones y laberintos de donde no se sale bien parado. Cuando lo que primó fue la proposición el modelo educativo que se eligió fue el que define a “los roles familiares como una manera de trabajar en equipo para conseguir desarrollar una educación asertiva”.




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