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La memoria y la niñez: el 24 de marzo, 40 años después





Escribiré como integrante de la Agencia ANITA algunas palabras que acompañen este afiche que de algún modo representa lo que sentimos un día como hoy al conmemorarse un nuevo aniversario del golpe cívico militar del 24 de marzo del 1976. Me preguntaba (y esto ya lo hago a título personal como un redactor más), sinceramente me preguntaba por qué es necesario SOSTENER la memoria con nuestros niños, qué diferencia ese ejercicio cuando lo practica un adulto de cuando lo hace un niño. No llegué a nada conclusivo, solo que se me vino a la mente un libro cuyo título es una contradicción, se llama Memorias Inventadas: La Infancia (2003), lo escribió el poeta brasileño Manoel de Barros que sabe y está convencido de que el lenguaje es una herramienta de transformación que crea nuevos mundos. No lo repite, ni lo calca, no lo trae tal cual fue, lo inventa. Tampoco porque manipule los datos de la realidad a su antojo, inventa la emergencia y la relevancia de ese mundo del pasado en el tiempo y el escenario actual. Inventa su potencia futura. Porque reconstruyendo un pasado se ilumina un nuevo futuro. Por eso se persigue “la verdad”, que no está asumida hoy por todos los que viven “hoy aquí y ahora” y que necesitan reconocimiento institucional para darle respaldo y renovar su vigencia.


Por eso algo que a simple vista parece un oximorón (dos términos juntos que se contradicen “Memorias Inventadas”) no debiera asustar sino desafiar, porque la memoria no puede quedar alojada en los límites estrechos de los relatos repetidos y arraigados, sino que su ejercicio permanente debe traernos al presente los elementos innovadores con que construiremos el nuevo mundo. Construimos siempre la memoria y el pasado desde un Hoy, desde un presente que deseamos cambiar para construir mundos que creemos más justos, igualitarios, fraternales, solidarios, inclusivos, vivibles y democráticos. Mundos que aunque no existan más que como deseos, nos parecen posibles, y éticamente obvios.


La memoria y la infancia. El pasado que nos provoca para que lo contemos una y otra vez de un modo nuevo, con más compromiso, con más presencia del cuerpo propio en el relato. Y la niñez como algo que lejos de estar fijado y congelado en algún recuerdo (de los adultos), se mantiene dinámico y con nuevas aristas, con potencialidades renovadas cada vez que la convocamos. Pensar el 24 de marzo de 1976 es pensar ese nicho de potencias transformadoras que nos señalan la memoria y la niñez, ese nicho que aparece en los relatos de frustraciones, sueños interrumpidos, experiencias de hermandad arrancadas con violencia, siluetas de personas que reemplazaron a personas porque esas personas ya no estaban, contradicciones hechas personas, traiciones, delaciones, exilios desgarradores e intentos de vueltas desesperantes y suicidas. La memoria, ejercitarla, No es exactamente lo mismo que enseñar a revivir un supuesto 24 fiel y sin fisuras, un proceso que pueda asirse de una manera única. No se trata de revivir, lo que nos tienta a pensarlo, a re contarlo, a buscarle las mil historias y los miles de protagonistas, y a seguir dándole cada vez más densidad y capacidad de comprensión. Se trata justamente de “enseñar haciendo” a construir con la memoria como cimiento, los mundos hechos de sentidos deseables con niños del presente.


Lo que no pudo ser, pero estuvo y está, lo que aparece callado y negado pero siempre se manifiesta. Los mundos donde los sueños de los protagonistas acallados, silenciados y desaparecidos forzados, de los exiliados y los transformados por el miedo, inclusive sus contradicciones, sus límites y sus miedos, sus declinaciones y traiciones encuentren en el presente un camino y un cauce de sentido positivo. Ponerlo en palabras y expresión, hoy, siempre será una manera de convocar al pasado a ser parte esos adultos que ya viven o pueden vivir en los niños de hoy, en las infancias del presente. La memoria construye portavoces creativos en los niños ciudadanos del presente. Solo ejercitando memoria se reconstruye o se inventa una infancia que persigue una verdad futura con el objetivo de hacerla presente, presencia cotidiana y carne. La búsqueda de Memoria y Verdad son señas de identidad de algunas infancias posibles, que se conciban hoy, ellas mismas como esos nuevos inventores, precarios constructores en medio del camino de todos los “oximorones” que lejos de cerrar mundos y sentidos, abren nuevas puertas donde se meten todos los sueños. Por eso es tan necesario y oportuno exigir Justicia.


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