top of page

La comunicación en las escuelas abre posibilidades de expresión y conocimiento



Se realizó una mesa panel sobre Comunicación y Educación en el marco de las propuestas de Desarrollo Profesional Docente organizadas por la Dirección de Educación Secundaria. Convocados por Marcela Ocampo, integrante de la Dirección de Educación Secundaria a cargo del Profesor Luis Santillán, de la jornada participaron Supervisores, Directores, Asesores Pedagógicos y docentes que dictan Comunicación en los Bachilleres orientados en Ciencias Sociales, en Lenguas y en Comunicación, y en el Polimodal residual de Comunicación, Arte y Diseño. En la mesa panel “Comunicación en la escuela secundaria. Recorrido histórico y enfoques actuales” disertaron los docentes de la carrera de Comunicación de la UNT, Pedro Gómez, María Marta Luján y Eva Fontdevila, y Emanuel Gall como integrante del equipo de la Secretaría de Comunicación Pública del gobierno de la provincia.


Incorporar la experiencia extra áulica


Pedro Gómez, docente de Lengua y Comunicación y especialista en Comunicación Audiovisual, planteó el vínculo entre la cultura mediática, las identidades y el contexto de la era digital de la comunicación. Puso énfasis en la importancia de que en el proceso de formación educativa institucional se reconozca y tenga valoración e incidencia particular la incidencia extra áulica de los educandos.


Suele ocurrir que por las “brechas” existentes en los accesos y usos que las diversas generaciones hacen de la tecnología, los educadores se consideran inmigrantes digitales intentando educar a nativos digitales. Pedro Gómez sostuvo que sobre comunicación digital y tecnológica, los estudiantes saben más que los docentes y eso genera desafíos educativos novedosos. No solo saben más en cuanto al uso de dispositivos tecnológicos sino también a las prácticas constructoras de identidades subjetivas e intersubjetivas en una trama de identidades mediadas por prácticas que tienen que ver con el manejo de un amplio abanico de dispositivos que componen la era digital.


Gómez expresó que hay nuevas maneras de ocupar el espacio público, como el fenómeno de Pokemon Go, al que definió como un “nomadismo lúdico digital”. Los docentes adultos muchas veces viven una experiencia de No lugar en el marco del saber forjado en la experiencia vivida de los jóvenes actuales. De ahí la preocupación por incorporar saberes extra áulicos, necesariamente articulables en los saberes impartidos en los espacios formales de la educación escolarizada.


Sistemas de información y comunicación han producido una intensa profusión de saberes. El conocimiento hoy es un nuevo Patrimonio económico, nuevo capital simbólico que compite con el capital financiero. En la sociedad actual se amplían las brechas también en el campo del conocimiento. Hoy en día, aunque de modo desigual, los jóvenes participan de procesos de producción de conocimientos en contextos que quedan afuera de la captación de la experiencia escolar.


El desafío (para las escuelas) es más que incorporar TIC´s en las aulas de manera formal. Los educandos y sus formas de construir subjetividades tienen que formar parte de las conversaciones de las aulas. A estas experiencias hay que incorporarlas en la escuela desde las mismas vivencias tanto de los jóvenes como de los educadores. Hay que comenzar a deshacerse de categorías que ya no son operativas ni útiles como la que discrimina entre Realidad Virtual y Realidad Real. Gómez reflexionó en voz alta “pensemos cuánto y en qué grado nuestra experiencia con el mundo es una experiencia directa con los hechos y cuánto de nuestra propia experiencia nos viene de nuestra relación con los medios de comunicación. Mucho”. Es muy difícil ser maestro hoy, expresó Gómez, si no se vincula la educación con la vida cotidiana de los educandos, dado que queda afuera uno de los factores motivadores más importantes para ellos. Los docentes deben saber algo de Snapchat y de las nuevas redes sociales porque la vida tiene que estar presente.


Educar el sentido crítico


María Marta Luján, profesora de Cultura y Comunicación, reflexionó sobre la Comunicación en relación al contexto, la historia y la cultura. “Cómo mirar la educación incorporando prácticas y reduciendo la brecha generacional” se preguntó. Un imperativo ético es superar modelos de Comunicación entendida como transmisión lineal de información, los esquemas que vienen de los modelos matemáticos. María Marta Luján expresó basándose en una afirmación de Florencia Saintout que se debe abrir la comunicación para pensarla como “proceso cultural y social”. Comunicación es poner en común un código cultural y la cultura a su vez entendida como interacción de redes y códigos factibles de ser decodificados. Luján dijo que la Comunicación atraviesa todas las prácticas en la vida cotidiana y los medios son no solo instituciones y técnicas que imponen mensajes, sino constructores de significados sociales. Los educadores en el nivel primario y secundario deben ayudar a los estudiantes a leer con espíritu crítico los mensajes que consumen a diario. Un espíritu crítico que ayude a cuestionar la significación social, leer estrategias y relaciones de poder.


Más que utilizar las nuevas herramientas, lo que resulta importante es forjar un conocimiento con enfoque crítico, reflexionar acerca de los mensajes de los medios y las redes. Y al mismo tiempo reflexionar la Comunicación Intercultural, sobre todo para forjar una actitud dialógica, de aceptación y respeto de la diversidad. La comunicación también es posibilidad de diálogo e interacción. Buylling, discriminación, violencia de género, racismo exigen abordajes comunicacionales que enseñen a “ponerse en el lugar del otro”.


Educar para producir mensajes alternativo


Eva Fontdevila retoma la idea de que toda relación educativa es una relación de Comunicación porque en todo vínculo se intercambian sentidos. Y al mismo tiempo en los procesos de comunicación hay vínculos educativos y pedagógicos. Fontdevila planteó, tomando a Jorge Huergo, que “lo que conforma lo educativo es que ocurre cuando los sujetos se reconocen en discursos que los interpelan. En la sociedad circulan discursos sobre distintos aspectos de la vida social, y nosotros tomamos elementos de esos discursos cuando nos interpelan, nos identifican, y eso nos transforma. En esa instancia transformadora reside lo educativo”. La escuela comparte con otras instituciones la capacidad de interpelación de los sujetos que se sienten invitados a ser de determinada manera, construir determinados valores, asumir prácticas, grupos de pertenencia y aspirar a un determinado tipo de vida. La comunicación no es solo lo mediático así como la educación no es solo lo escolar.


A lo largo del siglo XX se han planteado diferentes maneras de pensar el vínculo entre Educación y Comunicación. Fontdevila resaltó la obra de Len Msterman quien explicó que en la década del 20´ del siglo pasado primó el paradigma Vacunador. Desde ese enfoque los educadores intentaban prevenir a los estudiantes de los medios y enseñarles a rechazarlos, dado que representaban el deterioro de la alta cultura basada en las grandes obras literarias de la época, luego vino el paradigma de las artes populares que enseñaba a discernir entre buenas y malas obras y forjar el buen gusto, luego el modelo semiótico, enseñó la idea de que la Comunicación Representa la realidad de una determinada manera, y no la muestra tal cual es. Brindó herramientas para develar que hay detrás de los signos, y por último el paradigma crítico entendió que todos somos parte del mundo mediático y debemos prepararnos para generar estrategias que nos permitan forjar pensamiento crítico pero también aprovechar sus potencialidades.


¿Qué debemos aprender entonces cuando queremos entender críticamente a los medios de comunicación? Un punto de partida es comprender las agencias, quiénes emiten discursos, quiénes hablan, además los estudiantes deben aprender a reconocer formatos, con qué formatos hablan los medios, con qué recursos retóricos lo hacen, qué pasa cuando desde los medios emiten mensajes publicitarios pero en formato informativo, todas las operaciones discursivas y retóricas deben ser habilidades reconstructoras de los mensajes mediáticos. Pero por otro lado los estudiantes deben ser productores de mensajes propios, no solo consumidores y destinatarios de productos, aunque la capacidad de lectura sea una habilidad que los educandos deban desarrollar.

¿Cómo hacer para que nuestros estudiantes produzcan sus mensajes de manera alternativa?, lanzó como pensamiento abierto Eva Fontdevila, “por un lado que es importante que nuestros estudiantes repongan el debate histórico, porque esto ya tiene muchas décadas, pero sobre todo se debe asumir que se trata de una comunicación protagónica que dispute la agenda hegemónica de los medios masivos”. En la escuela también se deberían trabajar las estéticas, para que los gustos populares tengan lugar y encuentren un campo de receptividad respetuoso. La producción de los estudiantes no debe ser festejada en sí mismo sino que se debe acompañar un proceso de construcción de agendas propias de los jóvenes, con creatividad y voz propia. Hay que acercar a los estudiantes proyectos de comunicación alternativos y diversos donde los temas y las miradas populares encuentren un lugar de crecimiento.


Comunicar lo público; comunicar lo común


Emanuel Gall, habló del rol del Comunicador Institucional en organismos públicos y explicitó que el hacer comunicación pública no es solo prensa institucional. El comunicador público va más allá de la redacción de una gacetilla o de utilizar herramientas para transmitir algún mensaje de interés de funcionarios de turno. Para superar esa mirada reducida propuso repensar el concepto de “Público” que históricamente fue confundido con estatal.


En el texto “SIN COMUNICACIÓN NO HAY POLÍTICAS PÚBLICAS DEMOCRÁTICAS” el investigador Washington Uranga plantea que vivimos un contexto de transformaciones en la vida política que en la Argentina tuvo una bisagra muy importante a partir de la crisis del 2001, a partir de los cambios provocados por las políticas neoliberales de los noventa (que tienen su antecedente necesario en la dictadura militar 1976-1983). Esta dinámica provocó una fuerte retracción del Estado que de a poco fue renunciando a sus responsabilidades. A partir de 2001 emergieron en el escenario político y social actores hasta ese momento invisibilizados, nuevas prácticas e instituciones que se fueron haciendo cargo de tareas y funciones que le permitieron a sectores vulnerables acceder a los derechos sociales, económicos, políticos y culturales. Esto implicó una “desmonopolización” del manejo de lo público por parte del Estado. Fue una época de fuerte aparición de movimientos sociales, de comedores populares, de los servicios de protección de derechos de la infancia y de la niñez, de la mayor participación de las iglesias y grupos confesionales en tareas de promoción y protección social y trabajos solidarios de todo tipo. Una época en la que se abrió un debate sobre la concepción de lo público y el rol del Estado y se puso en cuestionamiento el principio representativo de la Democracia. Muchos se planteaban la necesidad de construir colectivamente una Democracia Participativa que de a poco vaya horadando los pilares de la clásica Democracia Representativa.


El avance no fue por el lado de esa aspiración pero hoy comprendemos que el Estado es parte esencial de lo público aunque no lo agota. Según el investigador y docente Washington Uranga “Lo público es todo aquello atinente a los asuntos de interés común, no importa cuáles sean los actores que se impliquen o se ocupen. Lo público, en consecuencia, es responsabilidad de todos los ciudadanos y ciudadanas”.


Hoy habitamos nuevas realidades, mucho más complejas, con más actores participando de la vida social, con organizaciones visibles y activas que disputan el sentido de la palabra y de las políticas públicas, y también con otras formas de participación ciudadana en todos los niveles y en todos los espacios. Democracia no es solo votar sino construir la habilidad de organizar demandas legítimas.

Gall, citando a Uranga expresó que “Las políticas públicas se entienden como el conjunto de decisiones cuyo objetivo es la distribución de determinados bienes y recursos que les corresponden por derecho a los ciudadanos y ciudadanas, individuos y grupos. Educación, Salud, Cultura, Trabajo, Protección del ambiente, etc. Y al mismo tiempo las políticas públicas son el espacio natural de configuración e implementación de los derechos sociales”. Esto tiene consecuencias directas en la posibilidad de ejercer una ciudadanía plena.


Una política pública democrática responde por lo menos a cuatro criterios fundamentales.


- Ser multiactoral: mediante la convocatoria a la mayor cantidad posible (y sin exclusiones de ningún tipo) de actores sociales conocedores y comprometidos con el tema específico.

- Multisectorial: se encara el proceso de diseño y toma de resoluciones con todos los sectores económicos, productivos, sociales, culturales, académicos y políticos. El requisito es que cada uno aporte al bien común.

- Plural y diversa: convocatoria abierta y disposición a aceptar las diferentes miradas para avanzar hacia los consensos posibles.

- Cultural y políticamente significativa para la vida cotidiana y la calidad de vida de los ciudadanos.


En la calidad del diálogo y la participación de diversos actores sobre los temas que las políticas deben abordar va a residir la suerte de las mismas, si son más eficaces, más asumidas y apropiadas y por ende sostenibles. Nadie conoce todo sobre salud, educación, trabajo o sobre la situación de la niñez y la adolescencia. Ni siquiera el Estado, siendo actor principal, reúne por sí mismo todos los saberes necesarios. Son muchos los actores que deben aportan de manera diversa y desde distintas perspectivas al conocimiento de un tema. Por experiencia, como sostenía más arriba Pedro Gómez, por vivencia cotidiana, por estudio y análisis, por capacidad de gestión. Las políticas públicas, para que sean genuinamente tales, son el resultado de un ámbito de diálogo, de intercambio, de debate y también de lucha política entre Estado y la Sociedad Civil. La participación activa en la formulación e implementación de las políticas es lo que consolida la Democracia y garantiza que las mismas políticas se implementen en un marco de aceptación y participación social.


La participación real eleva la calidad del proceso cuando no se reduce a una simple consulta de opinión o a una mera información, sino que involucra la toma de decisiones de manera compartida a través de prácticas basadas en lo multiactoral y multisectorial. La participación real siempre implica que los actores convocados lo hagan en el proceso de toma de decisiones para que la ciudadanía (y no solo los agentes estatales) contribuyan “a la resolución creativa de la problemática social, reorganizándolas en base a las prioridades locales y las necesidades de la gente”.


Una forma de auditar la calidad de la participación es generar mecanismos que garanticen que los diversos actores estén presentes tanto en el proceso como en el resultado. O sea en toda la dinámica que va construyendo el camino de la toma de decisiones y las formas que adoptan los programas que afectan la política pública como en el resultado, generando actores sociales capacitados con conocimientos habilitantes, autonomía y estabilidad. Eso puede ayudar a que las políticas públicas se encaucen hacia un desarrollo sostenible.



Al mismo tiempo, planteó Gall “se deben garantizar condiciones de comunicabilidad. O sea de visibilización de las premisas de las políticas públicas, sus dispositivos y acciones concretas”. ¿Qué puede aportar la comunicación a la construcción de lo público y en la implementación de políticas públicas?


Brindar información sobre los derechos básicos ciudadanos y servir de herramienta al acceso a las fuentes que garanticen su efectiva puesta en marcha. Uranga sostiene que “Sin perspectiva de derechos, sin que los ciudadanos conozcan en profundidad qué les corresponde por el sólo hecho de su condición ciudadana, cualquier política pública puede verse gravemente restringida a las experiencias, opiniones y, eventualmente, a los intereses de los gestores y administradores públicos”. A su vez el pleno ejercicio del derecho a la comunicación habilita y facilita el acceso a los otros derechos, y permite la efectiva vigencia del elenco de los derechos humanos. Todos los actores involucrados, los agentes del Estado pero también los diferentes actores de la Sociedad Civil, tienen la posibilidad y también la responsabilidad de generar procesos informativos y comunicacionales que apuntalen la concreción de tales derechos. Gall señaló que “cuando expresamos que la comunicación habilita, sostenemos que la información es un insumo fundamental para la toma adecuada de las decisiones y para el acceso a los derechos. Tanto en el Estado como en la Sociedad Civil debe estar disponible el acceso a la información, y con ello garantizar que las decisiones que se tomen sean decisiones participadas”. Y también poner en común, desarrollar un lenguaje colectivo y ayudar a desarrollar en los ciudadanos formas democráticas de pensar, sentir y actuar. O sea forjar una Cultura Democrática.


En resumen la información es una herramienta que sirve para auditar, vigilar y, si fuese necesario, denunciar respecto del efectivo cumplimiento de aquello establecido como política pública para una comunidad.


La Democracia se construye desde la institucionalidad política, y también desde la diversidad de organizaciones de la Sociedad Civil. La Democracia entonces implica, elecciones libres, acceso a la información y también decisiones participadas por parte de la sociedad.


Puede decirse que en el arduo de trabajo de construir lo común, lo público, lo que nos compete a todos, la comunicación:


- Brinda opciones de interpretación, alternativas para la comprensión de lo social y lo político;

- Cuando hay efectiva pluralidad democrática, constituye espacios socio culturales de exposición, contrastación y debate de opiniones;

- Promueve (o restringe) la deliberación social. Tiene un rol fundamental como constructora de agendas públicas;

- Puede permitir y facilitar mediaciones sociales entre la red de actores que atraviesa la sociedad. Lo Público se construye de abajo hacia arriba.


- pueden permitir y facilitar mediaciones sociales entre la red de actores que atraviesa la sociedad. Lo Público se construye de abajo hacia arriba.

Entradas recientes
Archivo
Secciones
bottom of page