El mural de Doña Pastora de El Siambón y un homenaje a las mujeres trabajadoras
El fin de semana de carnaval arrancó colorido en Raco. Bajo la batuta del artista César Carrizo, integrantes de FM Raco y vecinos del lugar dieron forma a un mural en homenaje a Doña Pastora, “curandera y vidente”, como la definieron algunos, pero sobre todo, una mujer solidaria y luchadora que vivió 100 años entre Chasquivil y El Siambón, donde falleció en 2011.
El día regaló todos los climas y paisajes: una mañana con sol quemante para los pintores comenzó a las 9; le siguió una siesta lluviosa que obligó a retocar parte de lo trabajado, y la obra terminó con una tarde gris y fresca.
La Senda de los murales comenzó a tomar forma en diciembre, cuando en la parada de ómnibus junto a la escuela Gaspar de Medina se plasmó el rostro de Atahualpa Yupanki. “La idea es revalorizar el espacio público, revindicar algunas figuras significativas para la comunidad, crear una senda atractiva para turistas y lugareños, sostener la memoria colectiva y fomentar la participación”, explicó Emanuel Gall, uno de los impulsores del proyecto. Desde FM Raco, y con el aval de la Comuna, estas obras incluirán en los próximos meses un homenaje a Rafael Lencina, maratonista local que ganó la carrera en las Islas Malvinas el año pasado, y otras figuras relevantes que se irán definiendo.
César Carrizo, definido como “El DT de la actividad”, indicaba cómo combinar los colores e insistía en ser prolijos en las líneas. Luego las luces y sombras, detalles y volúmenes quedarían en sus manos. “El trabajo de ir diciendo dónde y cómo pintar, dirigir a un grupo sin mucha experiencia, hace que este tipo de murales pueda ser realmente una obra colectiva y participativa, algo que desde hace 10 años fomentamos en Raco”, dijo Gall.
Cinthya, Melisa, Facundo y Agustín Olea, Julio Córdoba, Matías Fernández, Emanuel, Eliseo y Eilén Gall, y Fátima Leal empuñaron pinceles, más gruesos y más finos, para dar color y definición al rostro de Doña Pastora del lado norte del refugio. En la cara sur, un par de manos curtidas abrazan un ramo de hortensias.
La sabia y la savia de la montaña
Comenzaba recién a vislumbrarse la cara de Doña Pastora cuando una moto frenó junto a la parada de ómnibus. Era Palmira, nieta criada por ella en Siambón. Visiblemente emocionada por la iniciativa, contó que se sentía muy orgullosa de su abuela por lo que fue para la familia y la comunidad: “Pastora fue mi abuela, vivía a dos kilómetros de la ruta, había venido de Chasquivil desde muy chica a trabajar. Adoptó hijos porque no pudo tenerlos; ahí vengo yo que soy nieta e hija de crianza”, contó, mientras sotenía la mano de su hija Malena.
Palmira quiso agregar más: “Ella ayudaba mucho a la gente, era muy religiosa, cristiana, devota de la virgen, ayudó a muchísima gente que la visitaba con chiquitos enfermos de susto, con problemas. Era mucho de conversar y ayudar con su palabra a gente que se sentía sola. Muchos le decíamos la sabia de la montaña, porque a todos les llegaba mucho lo que ella decía. La iban a ver chicos, grandes, no había edad, todos los que sentían necesidad de algo”, recordó.
El mural de homanaje a Pastora fue proyectado en el marco del Día Internacional de la Mujer, a celebrarse el próximo 8 de marzo. En su figura se rinde tributo a tantas mujeres raqueñas que como madres, hijas y abuelas, como empleadas, como amas de casa, como artesanas, maestras, constructoras, trabajan día a día.
Palmira recordó a su abuela también como mujer: “Pastora quedó viuda en el año 1984, cuando yo tenía 3 añitos. Éramos 8 hermanos y se quedó con todos nosotros. Por eso digo que era una luchadora. Nunca nos dejó; trabajó en los cercos, hacía trabajos de hombre. Nunca nos faltó un pedazo de pan en la mesa, por eso me emociono, porque fue una gran luchadora y una gran mujer”.
Con respecto al mural, la nieta menor comentó “Ella nos crió a todos y acá estamos, siguiendo su ejemplo, por eso me alegra que la recuerden. Fue una gran mujer que ayudó a mucha gente y trabajó de sola sol. En el momento que la recuerden siempre voy a estar”.
Al ratito de llegada, Palmira ya empuñaba el pincel y daba trazos sobre la pared. La frente de la abuela, una línea del fondo o lo que fuera, se comprometió con la actividad y quiso dejar su huella.
Y mientras la jornada avanzaba, veraneantes y lugareños pasaban frente al mural. Algunos se detenían, otros aplaudían o elogiaban la obra. No faltó quien repguntara de qué mujer se trataba. Y es que ese era el propósito de hacer la obra en el lugar de mayor circulación. Que la comunidad la recuerde y los veraneantes la conozcan.
Pepa Carrillo también es nieta de Doña Pastora, que fue madre de crianza de su papá. “Ella era abuela de todos, de toda la comunidad. Se distinguía por la humildad y la sencillez. Lo poco que tenía lo compartía, ayudó a muchísima gente; creo que toda la comunidad le dio su mano y la curó con su don sin pedir nada a cambio”.
Cuentan sus familiares y vecinos que con una sonrisa Pastora ya sabía que quien la había visitado estaba sano. “Recibía al pobre, al rico, al grande, al chico”, contó Pepa. Y agregó: “Sé de personas a las que los médicos no las curaban y ella sí, porque las entendía. Ella entendía lo que nadie entendía, incluso sin hablar mucho, en pocas palabras decía mucho espiritualmente”. Para terminar, Pepa se refirió al homenaje: “Es importante que haya un lugar físico que la recuerde. Fue la abuela más grande de todas. Le pido a la gente que lo cuide. Ella mantenía su casa limpia y ordenada, eso me gustaría ver acá”.
Cuando caía la tarde, los pintores se retiraron felices. Ya llegaban rumores de que se estaba hablando en los comercios, en la peluquería y en todo lados sobre el homenaje a Pastora, la sabia de la montaña.