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En Tucumán se realizó un taller para pensar la niñez trans y desafiar los prejuicios


El viernes el Centro Educativo Trans de puertas abiertas (CETRANS) llevó adelante un taller sobre niñez trans, en las instalaciones de la Escuela Virgen de la Merced. Cerca de 100 personas se acercaron a compartir reflexiones sobre una temática que busca visibilidad.


La apertura estuvo a cargo de Marcia Albornoz, integrante del Centro, referente de la Asociación Argentina de Travestis, Transexuales y Transgéneros de la Argentina (ATTTA) en nuestra provincia y primera trabajadora social trans de la Argentina. Luego el estudiante de Ciencias de la Educación Lucas Stambole Da Silva coordinó una dinámica para romper el hielo, en la que los participantes realizaron un dibujo sobre qué soñaban ser cuando eran niños.


Tras una puesta en común, se dio paso a Luisa Lucía Paz, referente de la Asociación Argentina de Travestis, Transexuales y Transgéneros de la Argentina (ATTTA), quien realizó una exposición sobre el tema. Paz repasó su historia personal y contextualizó la temática: la mayor parte de las personas trans tienen una expectativa de vida de entre 35 y 40 años, fundamentalmente porque son excluidas del sistema de salud, de la escuela, y de todos los ámbitos laborales posibles.


En general se identifica a la persona trans con una persona adulta, y en el ejercicio de la prostitución. Esto representa un desafío cultural enorme, en tanto es importante saber que una persona adulta trans proviene de una historia de represiones, discriminación y por lo tanto enorme angustia y sufrimiento. En ese sentido, explicó Paz, la prostitución se convierte en una alternativa no solo económica, sino subjetiva. Si una persona se siente insatisfecha, incómoda y no es feliz con la identidad de género asignada al nacer, es probable que durante su infancia lleve adelante a escondidas prácticas que incluyen desde la vestimenta hasta juegos y actividades esperadas por la cultura para “el otro” (varón que “juega” a ser mujer o viceversa).


Esa historia suele desencadenar, explicó al referente, en expulsiones de los hogares, por lo general durante la adolescencia, en la que los jóvenes trans muchas veces encuentran en el prostituyente una persona que los reconoce en la identidad que ellos mismos sienten. Muchas veces es el cliente el primero que le dice “qué linda estás”, y le reconoce una identidad femenina a quien padres, maestros, médicos y transeúntes en general discriminan.


Luisa Paz es autora del libro “El niño homosexual en la escuela primaria”, con en el que recorre el país ayudando a familias, intelectuales, referentes de organizaciones y público en general a reflexionar sobre la carga de violencia que incluye el no respeto por la identidad de genero auto percibida. Durante su exposición en el CETRANS sostuvo que si bien es común escuchar que el respeto a la identidad de género se apoya en el derecho a “elegir”, en realidad no hay nada de “elección” en ello. La identidad de género se siente, se percibe, se experimenta desde lo más profundo. No se controla ni se elige racionalmente. Por ello, cualquier intento de reprimirla no solo es violenta sino ineficaz, porque la identidad se manifiesta y ejerce.


Luego de la intervención de Luisa Paz, se realizó una una mesa de conversación entre Mahia, Nicole, Luly, Iara, todas ellas estudiantes del CETRANS, y Claudia Díaz y Fabián Vera del Barco, dos de los coordinadores del proyecto, sobre anécdotas y reflexiones en torno a sus años de niñas.

El cierre estuvo a cargo de Marcela Romero. presidenta de la Federación Argentina de lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT) y ATTA nacional hablando de las políticas sobre población trans en Argentina.


Durante el taller los participantes pudieron acceder a un stand en el que se vendieron libros y revistas sobre niñez trans y diversidad de género.


Una historia que abrió caminos


La temática de la niñez dio un giro importante con la visibilidad de la historia de Luana, la primera niña que consiguió por vía administrativa, sin necesidad de judicializar, el cambio de documento para consignar su identidad de género auto percibida. Cuando Gabriela Mansilla tuvo dos hijos mellizos, fueron inscriptos como varones; pero al poco tiempo uno de ellos se mostraba permanentemente incómodo, “no era feliz”, según relató incontables veces su madre. Al año y medio este niño, cuando pudo hablar, e dijo a su madre “Yo, nena, yo princesa”, frase que años después se convirtió en el título del libro en el que su madre narró la experiencia de lucha que implicó la asunción de la identidad de Luana, una niña que hoy tiene 9 años y que cuenta su madre es una niña feliz, con sus derechos consagrados.


El camino fue largo, cuidado y pensado. El motor inicial fue la inquietud de una madre y su vocación de escuchar y acompañar, luego fue fundamental la existencia de leyes como la de matrimonio igualitario y la de identidad de género, y el acompañamiento institucional por parte de la Comunidad Homosexual Argentina, la CHA, que a través de su equipo de salud y jurídico apoyaron a la familia.


El equipo de la CHA decidió tras un primer traspié administrativo (una negación al cambio de identidad argüido por un organismo bonaerense que contradecía la ley de identidad de género) visibilizar la historia de Luana, para generar el contexto necesario para concretar el derecho. De ahí en más, el INADI, la Secretaría de Niñez Adolescencia y familia de la Nación, el organismo competente de la provincia de Buenos Aires apoyaron el pedido, y la entrega del DNI de Luana fue un hito político y cultural fundamental.


El CETRANS

El Centro Educativo Trans de Puertas abiertas funciona desde el año pasado en ella Escuela de Educación de Adultos Virgen de la Merced. El Ministerio de Educación de la provincia apoya la iniciativa y se está transitando un camino de institucionalización. Allí estudian no solamente personas trans sino quienes por diversas razones se han quedado fuera de la escuela y quieren terminar sus estudios.

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