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"La mayoría de las cosas que le pasan a un papá adoptivo le pasan a uno biológico"


En Tucumán, cada vez que una persona o pareja se acerca al Registro Único de Aspirantes a la Adopción lo hace cargado de expectativas. En muchos casos vienen de historias duras, como Julio Sal Paz, un docente e investigador de la Universidad Nacional de Tucumán a quien la adopción de dos niños le cambió la vida y lo hizo feliz.


Entre los mitos y fantasías con las que los padres deben convivir están los plazos, los requisitos, los temores sobre adoptar niños grandes, y hasta el miedo de adoptar un niño y después dejarlo solo si le pasa algo. Desde la agencia ANITA conversamos con varios protagonistas: Gustavo Gramajo, trabajador social del Registro Único de Aspirantes a la Adopción, Orlando Stoyanoff, juez de Familia del Poder judicial de Tucumán, Mirta Medina, directora del Hogar Eva Perón, y Fabián Vera del Barco, padre de Rodrigo.


En esta conversación con Julio Sal Paz, papá de Lautaro y Ramiro, de 10 y 5 años respectivamente hay un relato de vida, de construcción de una familia, y de desafíos educativos permanentes que muestran que padres biológicos y adoptivos atraviesan temores, dudas y alegrías parecidas.


¿Cómo comenzaron el proceso de adopción de los chicos?


Nos acercamos al Registro Único de Aspirantes a la Adopción en 2012, luego de elaborar un proceso personal; no nos costó tomar la decisión, pero había que cerrar un ciclo porque habíamos pasado por una experiencia difícil porque habíamos perdido a un bebé, y queríamos que cuando llegara un nuevo integrante fuera por entidad propia y que nuestro corazón estuviera preparado para recibirlo y no para reemplazar a nadie.


Cuando estuvimos preparados averiguamos cuáles eran los tramites y fue el primer shock. El formulario es muy movilizante, porque te pregunta cosas que tienen que ver con elecciones de vida y te pone entre la espada y la pared. Te hace pensar cómo proyectas tu vida. Te preguntan por ejemplo si aceptarías un nene con discapacidad, enfermedad crónica, o hermanitos.


Al momento de la ficha en la pareja se presentaron discusiones que han sido sanas porque cada uno planteó su postura y me demostró que a veces uno tiene una imagen de la pareja que no es lo que esperaba. Sobre la pregunta por niño con discapacidad la respuesta de mi mujer fue sí, y yo pensé que sería no. Y yo, que siempre soy inclusivo, dije que no. Pero fue una respuesta meditada. Pensé que ya habíamos pasado por un dolor muy grande y que no sabía qué sería de esos niños si a mi mujer o a mí nos pasara algo. Hoy si tuviera que responder de nuevo diría que sí. Pero porque el contexto familiar es otro. Fernanda se enojó en ese momento, porque me dijo que si Julián viviera, que era nuestro hijo y era muy prematuro habría tenido discapacidad.


Ante la pregunta de si adoptaría hermanitos dijimos que sí inmediatamente. Luego las entrevistas han sido muy placenteras. La gente en el juzgado trabaja muy bien; la psicóloga, el trabajador social te enfrentan a situaciones en las que determinás si la adopción es para vos; a medida que pasa el tiempo vas generando más ansiedad, pero el tiempo es el que espera cualquier papá biológico o del corazón; hay un mito de que hay mucha burocracia, pero si el tiempo no se cumpliera las cosas no saldrían como tienen que salir; hay casos en los que algunos nenes son devueltos. Las leyes se han puesto más rigurosas, pero porque a veces pasa que adoptan dos hermanitos y devuelven uno, como si cambiaran un par de zapatos. Por eso es importante el proceso y las pruebas psicológicas, más allá de lo que llenás en un papel. Estás jugando con sentimientos de personitas. Es un tema complejo.


¿Cuánto tiempo pasó hasta que se concretó?


Nosotros hemos esperado un año y cuatro meses desde la presentación de los papeles y lo formal y las entrevistas, porque el Trabajador Social va a tu casa, conversa, tenés entrevistas con la psicóloga y la jueza.


Me llamaron del juzgado, yo estaba en la Facultad donde trabajo. La doctora Martínez a cargo del juzgado nos citó, era un viernes y nos dijo que había una posibilidad de adopción y que nos consideraba candidatos, nos explicó que eran dos hermanitos de 5 años y 7 meses. Nos daba tiempo para pensarlo. Nosotros nos miramos, dijimos que no había nada que pensar y la jueza se largó a llorar. Nos explicó que en esta situación es complejo que digan tan rápido que sí. Nosotros habíamos pensado y charlado todo antes. Incluso pensábamos “ojalá que sean hermanitos”. Nos dimos cuenta que el llanto de la jueza era de emoción, por la situación de Lautaro que cumplía 6 años y ahí cuando salen de casa cuna y pasan al Hogar Eva Perón, es más difícil que los adopten, porque hay papás que no quieren niños más grandes.


¿Cuándo conocieron a los niños?


Lo primero que hizo la jueza fue ofrecernos una visita; ella llamó a Casa Cuna y los trajeron. Cuando adoptas un bebé el tiempo que lo ves las primeras veces es breve, pero cuando adoptas uno mas grande el tiempo es mayor porque el niño es el que decide y tiene que estar cómodo.


Me acuerdo de ver a Lautaro entrar al juzgado bailando Wachiturros, porque es un nene súper alegre; lo primero que nos dijo es “el es mi hermanito y se llama Ramirito” lo primero que hizo fue presentarnos a su hermano. Y tuvo una identificación fuerte conmigo. Al momento empezamos a hablar. Él había tenido una imagen materna hasta muy poco antes. Por eso fue más fácil entablar un vínculo con una figura que no tenía, la paterna. Con mi señora fue un proceso de adaptación. Primero decía “mi mamá y Fernanda”, después "mi mamá de antes y mi mamá de ahora” y después "mi mamá y Cinthya, que es su mamá biológica.


Lo primero que la jueza nos dijo es “él los tiene que adoptar a ustedes”. De una visita a otra nos desgarrábamos porque él quería que nos quedáramos, después nos permitieron sacarlo, creo que duró dos semanas el periodo de adaptación nuestra. Él preguntaba “¿van a venir mañana?”


¿Cómo procesan los niños la relación con la nueva familia?


Su entorno de origen sigue muy presente. Hoy en día en la sociedad actual posiblemente haya algún resquemor pero ya los papás que adoptan no esconden que su hijo es adoptivo. Por supuesto que no les pongo una etiqueta, pero si sale el tema lo cuento sin problema. En ese momento Lautaro tenía 5 años, y plena conciencia de lo que pasaba. Al día de hoy tiene muchos recuerdos. Lo único que no hay que hacer es hablarle mal de su entorno porque es parte de su pasado y él construye su historia de familia con nosotros a partir de ese momento. Cuando pasamos por el juzgado el dice “acá nos hemos conocido”. Surgen preguntas y uno le va respondiendo. Eso es fácil si uno tiene ayuda, que te vaya guiando. No hay manual.


¿Qué le diría a alguien que teme adoptar un niño grande?


Yo creo que todos estamos preparados para adoptar. Hay prejuicio a adoptar chicos más grandes. Te puedo decir que a nivel modelo mi hijo mayor es un chico que pide permiso, se acuesta temprano, acata órdenes, es ordenado con su habitación, se sienta a hacer los deberes. El mas chico, que es netamente producto de esta familia, porque llegó con 7 meses, es desordenado, contestón, así que hay un prejuicio sobre los más grandes, que ya vienen con una historia.


No es fácil, a Lautaro le costó adaptarse y a nosotros también, sobre todo a mí me costaba poner limites, confundía darle amor con darle todo. Amar es educar y eso implica muchas veces poner límites, pero eso es propio de ser padres, no solo en la adopción. Descubrir que Lautaro necesitaba algunos limites sí me ha costado. Yo le compraba lo que me pedía, pero el entusiasmo le duraba dos minutos. Yo amo a mis hijos por igual, pero no hay nadie en este mundo que me quiera a mí tanto como mi hijo mayor. Su papá y su mamá son todo. Yo no lo quise cambiar. Nos hemos amoldado. Ha sido una relación diferente. Te podes perder muchas cosas por decir “yo quiero un bebé”.


¿Qué cosas destacaría del proceso?


Uno cuando se lo imagina de bebé piensa incluso el nombre que le va a poner...pero mis hijos tienen los nombres que les puso su mamá biológica. Es legal cambiarlo, pero ¿cómo le vas a cambiar el nombre que es parte de su identidad? Lautaro llamaba a Ramiro por su nombre cuando nos conocimos.


En nuestra historia de adopción hay un episodio muy lindo, que es que otra familia tiene dos hermanitos de mis hijos. Ellos tienen relación, cuando ambos matrimonios tuvimos los papeles definitivos de los chicos se generó una relación.


Lautaro es el mayor, Chiara tiene 8. Pero cuando la dieron en adopción a ella no sabían de la existencia de Lautaro. Ella había estado en Casa Cuna, pero la habían adoptado antes que a Lautaro, cuando era bebé. En el momento que la mamá biológica de mis hijos quedó embarazada de Ramiro descubrieron que existía Lautaro, y decidieron no dar ese bebé a la familia que tenía a Chiara sino a nosotros junto con Lautaro. Esos papás estaban enojados. No entendían por qué si ellos estaban en lista de espera también...Franco, el papá hoy muy amigo nuestro, no entendía. Pero cuando comprendió la complejidad del caso y la situación de Lautaro, que había tenido muy poco jardín de infantes, se dieron cuenta que era lógico, que quizás no hubieran podido. El día que la jueza nos dijo de la existencia de Lautaro y Ramiro nos contó que había una hermanita. Le dijimos al trabajador social que más adelante quisiéramos que retomen contacto. La misma inquietud tuvo el otro matrimonio cuando se enteró que habían dado en adopción a los otros hermanitos.


¿Y cómo hicieron para encontrarse?


Llevaban 3 meses los chicos con nosotros, y recibimos un llamado de este matrimonio proponiendo conocernos, dijimos que sí, previo chequeo a la psicóloga de Lautaro, evaluando si era conveniente, nos dimos cuenta que era un matrimonio con los mismos principios, que querían que los hermanos tuvieran un vínculo. Mi familia no quería saber nada. Decían que Lautaro iba a estar confundido. La psicóloga, no me olvido nunca, me dijo “los complicados somos los adultos”.


Lautaro empezó a dibujar a su hermanita en la psicóloga. Vos le pedís a Lautaro que dibuje a su familia, él dibuja a mamá, papá, Ramiro y el perro. Pero si vos le preguntás qué hermanos tiene, te nombra también a Chiara y a Nicolás, que es más chico que Ramiro. Nos vemos una vez al mes, vamos a comer a su casa, en los cumpleaños siempre están. Es gracioso ver la cara de la gente cuando ven la situación. Nosotros lo tenemos naturalizado. Cuando en tu cabeza está el bienestar de tu hijo hacés este tipo de cosas. Yo como papá no quería que nos digan por qué no han generado un vínculo que luego cundo tengan edad legal les cueste más construir. No queríamos forzar, ha sido natural.


¿Cómo trabajaron la idea de la adopción con Ramiro, el más pequeño?


Lautaro nos facilitó el camino. Ramiro empezó a preguntar, decía que había nacido de la panza de Fernanda; Lautaro le explicaba que ellos nacieron de otra panza; en esta historia Lautaro es que la va contando, cuando le explicás desde chico no hay tabú. Hemos hecho el libro de la historia de vida. Para nosotros el momento fundacional es el momento que entró bailando wachiturros. Él tiene un gran talento para el baile; lo mismo para el dibujo; es un chico con una gran sensibilidad. De entrada le encantaba la música y bailar.


¿Cuáles son los momentos difíciles?


Así como te cuento cuestiones color de rosa también hay momentos duros, cuando extraña, se hace preguntas, nos pregunta ¿qué pasará con Cinthya? Yo le digo que no la podemos ver pero sí podemos rezar por ella; nunca se le inventa pero se le da respuestas que logren convencerlo. No puedo decirle que la vamos a ver porque no es real. Pero cuando él pregunta si ella lo extrañará le digo que seguramente sí, como él la extraña.


Lautaro te va contando fragmentos de su historia. Hay recuerdos despertados por sensaciones. Por supuesto que hay cosas que se van olvidando; él tenia miedo de olvidarse, por eso es importante la ayuda profesional; no hay un manual, hay que tener apertura para reconocer cuando te has equivocado también. Los primeros días era una batalla campal para que comiera. La psicóloga me dijo que ya se iba a ir acostumbrando, que no tratemos de resolver todo junto. Yo estaba desesperado porque quería que las cosas se resolvieran en un tiempo que no era. Tampoco es un camino lineal; lo que te duele es verlo triste o enojado, pero hay que dejar que le pase.


Los chicos tienen pánico al abandono. Uno no puede llegar 5 minutos tarde a buscarlo. Lautaro era un niño que se preocupaba mucho por su hermanito. Nos costó mucho sacarlo del rol de papá de su hermanito. Y trabajar los miedos a la oscuridad y al abandono. Tuve que restringir los viajes a Congresos porque a Lautaro le cuesta muchísimo separarse.


¿Quién adoptó a quién?


La mayoría de las cosas que le pasan a un papá adoptivo le pasa a un papá biológico también. Todos los papas de niños de 5, 6 o 12 años cuenta que les ha cambiado la vida porque entablan una vida y un vinculo muy fuerte. Muchas veces se piensa la adopción desde la mirada de la necesidad de los padres.


¿Cómo vivieron el periodo de la guarda legal?


Durante ese tiempo en el documento tienen el apellido anterior, pero en la escuela la maestra lo llamaba con mi apellido, y eso es importante para la construcción de su identidad, pero fue un arreglo con la maestra. En los papeles figura el nombre que tiene. Pero si él está aprendiendo a leer y escribir y la maestra lo llama con un nombre y en la casa con otro es fuerte. Pero igual se entiende que exista el periodo de guarda. Porque pasa que hay familias que se arrepienten. Ahora, por ejemplo, no te permiten devolver a un hijo. No te pueden obligar a adoptar, pero no te permiten devolver un solo hermano.


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