top of page

Ir al teatro para viajar a Turucuto con la imaginación




Un “Viajecito en turucuto” es el nombre de un espectáculo de narración oral destinado a toda la familia que sube a escena todos los domingos de julio en El Árbol de Galeano. Es una propuesta tucumana, también está Jujuy en el relato que basa su centro de atracción en el El Pujllay, el duende que celebra la renovación de la vida y la abundancia traída por las lluvias.


Emilio Ayala, Sebastián Bulacio, Martín Sierra y Juliana González nos sumergen en un clima norteño de cuentos y mitos clásicos de esta parte del mundo y música en vivo con instrumentos autóctonos que reafirman la identidad y construyen empatía. Quenas, zampoñas, ocarinas, sikus, chas chas, charango, cajón y bombo, guitarra y flauta ponen color mientras vibran en notas musicales. Sebastian Bulacio dijo que “con los instrumentos queríamos caracterizar el norte, pintar los paisajes jujeño, salteño y tucumano. Y los cuentos intentamos que sean de regiones diferentes, aparece la Pachamama, el color de los pájaros, las historias que forman parte de las memorias de nuestros pueblos. Y desde la actuación jugamos en diferentes planos, el actor y el narrador que interpreta al actor. Y otro elemento es el de los ruiditos que hace Martin que van ambientando los escenarios en donde se desarrollan las historias”.


En el viajecito, el Pujllay, es un personaje ambiguo, por un lado es el clásico duende del carnaval puneño que solo quiere festejar y que abre con canciones el espectáculo y también es el nexo entre los artistas y el público porque antes de que las narraciones comiencen se encarga de caminar entre las butacas y saludar de a uno a todos los niños y niñas de la sala.

Cabe destacar que como si se tratara de un guiño desconocido por los adultos, todos los niños esperan al Pujllay con la palma abierta de la mano para estamparla contra la del duende sellando un acuerdo de simpatía que quita los miedos que genera la oscuridad e invita a subirse a turucuto de la propuesta.


La obra nos trae la escena viva del carnaval y a través de rituales, construcciones sonoras, el baile y las máscaras se evoca al "Tata Pujllay", con su energía desbordante y fecunda. En uno de los cuentos aparece también el galope del caballo, y la figura fuerte del jinete en donde el Pujllay se funde en los cuentos.


Los cuatro viajeros de las aventuras musicales y poéticas nos invitan a pasear por el noroeste argentino a través de historias, no son necesariamente desconocidas, son cuentos que en algún momento fueron transmitidos por nuestros padres, abuelos, tíos, amigos. O que simplemente escuchamos en la honestidad imaginaria de una narración amiga. Las historias atraen, también, porque emplean un léxico y un acento o tonada bien tucumana, que emplaza la identidad local con una fuerza que va más allá del contenido. También hay recursos teatrales, por momentos los diálogos entre los personajes le ponen el toque de comicidad que ameniza y enternece los relatos.

La siesta calurosa del norte y todo el peso cultural que tiene en los hábitos familiares nos pone de frente con un personaje de bajito y sombrero grande (el sombrerudo). En algún otro pueblo, cerca de una laguna llena de ranas cantoras, quizás podamos aprender sobre un animal que quería ser músico con toda su alma, y lo quería tanto que hasta era capaz de entregar su vida para cumplir su sueño. O tal vez podamos conocer más de cerca al Lobizón, el sétimo hijo varón que se aparecía en las noches de luna llena por Burruyacú allá lejos y hace tiempo cuando todavía vivía el abuelo del abuelo del narrador. En la aventura del Turucuto la imaginación es compañera de ruta. Y también la creatividad y la complicidad de los niños.


Como el Juan Cruz del público que gritó que él se llamaba como el personaje de uno de los cuentos cuando se sintió aludido en el relato. Gritó para que lo miren los actores pero andaba a turucuto de los mitos del norte.



Entradas recientes
Archivo
Secciones
bottom of page