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Los chicos Edmofut y Costanera en una jornada de fútbol y amistad


El sábado el Campo de deporte de la Escuela de Fútbol Edmofut ubicado en Lomas de Tafí, se convirtió en el escenario de un encuentro que fue más que fútbol. Chicos de Costanera Fútbol Club y de la escuela de Fútbol Infantil Edmofut compartieron una jornada de juego, deporte, inclusión e integración social que terminó con una hamburgueseada en el famoso tercer tiempo de integración. La jornada tuvo como objetivo reunir a pibes de entre 4 y 17 años y disfrutar de un partido al aire libre afuera de su propio barrio en donde practican y tienen su canchita. El objetivo es fortalecer vínculos con otros chicos que también se apasionan por el deporte y con quienes comparten sueños e ilusiones.


Cristian Arroyo referente juvenil del barrio Costanera Norte, cuenta que la idea era que los chicos salgan de donde viven para poder compartir distintas y nuevas experiencias “es lo que nosotros buscamos desde que surgió el proyecto de formar el club, es una escuela donde los chicos todos los días sábados entrenan de 9 a 1 del mediodía y los domingos tienen la posibilidad de jugar su partido”, compartió.


El proyecto del Costanera Futbol Club surgió de un grupo de jóvenes militantes, que hacen política dentro del territorio y a partir de allí se gestionó la canchita de fútbol 5 con el apoyo del Ministerio de Desarrollo Social de Tucumán. A su vez la Secretaría General de la Gobernación les facilita las pelotas, las camisetas y materiales para los entrenamientos. El proyecto de la escuelita de Fútbol se propone romper con la estigmatización que tiene el barrio y que cae sobre los chicos, sacarlos de la situación en la que viven y en la que el resto de la gente los engloba. “En el barrio pasan cosas maravillosas, hay muchísima gente buena, trabajadora, que todos los días lucha para salir adelante, desde los abuelos hasta los chicos, pibes que se dedican al arte, al deporte, hay muchos talentos y creo que a eso es a lo que tenemos que apuntar”, afirmó Cristian.


El club cuenta con 5 entrenadores, que si bien no son profesionales, tienen muchas ganas y empeño para ayudar a los chicos a practicar este deporte que tanto apasiona a los argentinos. Este fue su primer encuentro, pero el objetivo va más allá: poder salir a jugar en otros lugares y brindarles más posibilidades a los chicos porque el camino es el esfuerzo de cada uno de los que practican y las posibilidades que se abren cuando se encuentran con otros.


José Gabriel Norri padre de un niño de 6 años perteneciente a la escuelita de Edmofut, en clase cebollita, expresó que le parece espectacular la idea de que se ocupen de los chicos en un mundo tan atacado por la droga, dice que sirve para que sus hijos vean la realidad, que no todo es una maravilla, que hay otros chicos viviendo realidades muy diferentes, “los veo a los chicos de la Costanera muy entusiasmados, me gusta mucho verlos disfrutar, que tiren magia dentro de la cancha, por ejemplo quede maravillado con el número 7, es impresionante no pueden quitarle la pelota”, relató mientras el mismo nene del que habla hace un gol y se escucha a la hinchada estallar. “Los chicos se merecen otra cosa, una realidad mejor, lejos de la maldita droga” concluyó.


Maximiliano de 18 años es uno de los jugadores de la categoría más grande, cuando nos vio mirando desde el borde la cancha se acercó rodeado de amigos. Vino a Lomas a pasarlo bien, y a seguir mostrando los avances del Club Costanera, “me gusta el fútbol porque te despeja la cabeza, te olvidas de todas las cosas malas que te están pasando. Y también porque es divertido. Conocemos amigos, entablamos amistad, conocemos otros lugares, salimos, no es solo venir a jugar y ganar. Mi sueño es jugar en Atlético, pero hay que tener esa oportunidad. No estoy estudiando porque no puedo, pero el año que viene voy a hacer un acelerado para poder terminar y hacer algo bueno”.



Más palabras de alegría y algunas reflexiones

Erica es tía y acompañante de sus sobrinos de 8 y 7 años, junto a otras cinco mujeres miraron el partido sentadas en la sombra que proyectaba una tapia a unos 10 metros de uno de los arcos. Mientras cuidaba a otros chicos, disfrutaba de las jugadas que hacían sus sobrinos, saboreaba unos mates y unas galletas hasta la llegada del tercer tiempo. Cuando nos acercamos nos contó que este tipo de encuentro es algo muy valorado e importante para los chicos, porque les brinda la posibilidad de salir más allá del barrio, de conocer gente y sobre todo enfocar la cabeza en otra cosa “Que practiquen deporte es muy bueno, no solo para su salud, sino para que los entretenga, el paco está invadiendo mucho. Hay muchos chicos que son chiquitos y ya están consumiendo, es bueno que ellos jueguen. El fútbol es un buen deporte para que puedan compartir y además para que conozcan otros lugares, muchas veces no se puede sacarlos del barrio porque es costoso y con la escuelita salen a distintos lados”.


La escuelita de Costanera Futbol Club reúne a más de 100 chicos de distintas edades y distribuidos en diversas categorías. Se sabe que la canchita fue gestionada por el MDS a pedido de los vecinos a la empresa constructora que estaba trabajando en la avenida, pero antes de convertirse en un campo deportivo, el lugar estaba ocupado por casas y por una suerte de basural “es muy bueno que se haya transformado en una canchita para que ellos jueguen, además están cerca de casa, es peligroso que salgan a la avenida por los vehículos”, sostuvo Érica.


Por otro lado, mencionó que es muy allegada a la familia de H – el pibe que se suicidó a causa del

consumo de paco- y explicó que es muy triste el hecho de ser madre y ver a sus hijos en esa situación de desesperación y desasosiego “Cuando vemos chicos tan chiquitos consumidos por las drogas se lo siente más, nunca se quiere ver a los hijos así. Se los siente muy mal, se los ve arruinados”.


Érica es voluntaria en un merendero y se encarga de servir el desayuno todos los domingos en su casa “funciona como una especie de desayunador”, dijo. Nos contó que H iba a tomar el desayuno, se llenaba y volvía a salir de nuevo a hacer changuitas para poder consumir, “era del barrio y se lo conocía desde chico, al igual que al hermanito, el que tiene 11 años y bueno, también consume. Nosotros lo hablábamos, le decíamos que deje eso, que no ande así porque estaba tirado al abandono”, agregó la joven.


En la zona de Costanera hay 3 escuelas con nivel inicial, primaria y secundaria y también hay un CAPS en funcionamiento, pero los vecinos reclaman más talleres y actividades que incentiven a los chicos a hacer actividades culturales y educativas. Esta es una de las tantas iniciativas que suman esfuerzo de vecinos y de dirigentes, es una más de las batallas diarias de un barrio que muestra dos caras, la que todos conocen por los medios con sus males, dolores e historias de sufrimientos y la que nutre la vida cotidiana con la energía de quienes no pierden esperanza de construir un futuro promisorio.

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