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Nora Rodríguez: “Hay que poner el foco en el aspecto social del cerebro”



Como tantas otras veces nos preguntamos por la escuela y sus funciones, por el sistema educativo y sus grandes desafíos en un mundo atravesado por la violencia, la exclusión, la discriminación y las desigualdades que provocan una brecha enorme en la distribución de conocimientos. Pero no lo hacemos solo en clave de inclusión a mejores oportunidades sino también como parte de la búsqueda de la felicidad que toda persona anhela por el solo hecho de vivir en sociedad.

Varias disciplinas aportan enfoques sobre problemas vinculados a estos temas: Cómo hacer para que el paso por la escuela sea una experiencia edificante para nuestros niños y jóvenes, cómo pensar en contenidos significativos, presentes y transformadores que formen parte de la vida y del camino diario que desarrollan las personas que acceden a ellos en procesos educativos. Cómo imaginar un modelo que no sea solo transmisor de información, ni se base en la omnipotencia de la razón. Y una pregunta no menor, cómo hacer para que la educación forme seres humanos con plena consciencia de que su vida no solo requiere satisfacer las demandas individuales, sino que depende mucho de la suerte colectiva, cómo imaginar una escuela cuyo modelo de enseñanza se proponga potenciar la empatía, la compasión, la colaboración con los otros, el diálogo constructivo, la admiración de los demás como parte del placer propio. El placer como parte esencial del conocimiento.

​Nora Rodríguez vive en España desde hace treinta años. Allí fundó en 2015 el Happy Schools Institute basado en la neurociencia aplicada, que aborda temas como el “cerebro social en el aula" y el desarrollo de estrategias para construir conexiones sociales positivas. Rodríguez es escritora, educadora, ensayista y conferenciante internacional en pedagogía e innovación. Pionera en el estudio de la violencia escolar en España e incansable defensora de los Derechos de la Infancia, ha sido creadora del primer modelo de intervención y prevención ante la violencia escolar, poniendo el foco en las fortalezas de docentes y alumnos, el capital humano y la promoción de la resiliencia.

«Happy Schools Institute. Neurociencias y educación para la Paz» tiene como objetivo la formación de coordinadores de Felicidad en las aulas, que pongan el foco en el aspecto social del cerebro. Los ensayos de la investigadora han sido traducidos al chino, el polaco, el portugués y el italiano, y se consideran de lectura obligada en ámbitos académicos. Se destacan Guerra en las aulas; Educar niños y adolescentes en la era digital; El nuevo ideal del amor en adolescentes digitales y Neuroeducación para padres (Ediciones B, 2016).


Consultada sobre su principal tarea educativa Nora Rodriguez declaró que “me dedico a acompañar espacios de felicidad responsable en las aulas, y al desarrollo de programas antibullying por etapas evolutivas, con estrategias que ponen el foco en el cerebro social. LLevo a cabo la formación de profesores de cualquier parte del mundo, mientras dirijo Happy Schools Institute. Recomiendo ver mis TEDx y la colaboración que hice en documentales como un "Un crimen llamado educación", sobre el acoso institucional”.


TEDex La pedagoga Nora Rodríguez plantea el desafío de encender el aspecto social del cerebro, gracias al cual se despiertan los talentos de los niños. El talento y la creatividad, piezas claves para la mejora académica.



La charla comenzó con dos preguntas disparadoras ¿Qué aportan las neurociencias y la idea de “cerebro social” a las forma de comprender la educación hoy?, ¿cómo fue que comenzaste a abrazar esas miradas teóricas?


​Urge educar en sintonía con el cerebro porque la educación está cambiando a pasos agigantados. Como nunca, tres generaciones participan al mismo tiempo de una Revolución Educativa sin precedentes, impulsada por los descubrimientos de la ciencia en relación al funcionamiento del cerebro. Un giro que otorga a los educadores la gran oportunidad de sintonizar mejor con los alumnos integrando el cerebro social, enseñándoles a pensar también como especie. O sea potenciando todo aquello que traemos de fábrica, para lo cual nuestro cerebro viene preparado. Mientras los sistemas educativos acercan lentamente los avances de la ciencia al diseño de una educación integradora, los docentes pueden tomar el relevo y educar para la felicidad responsable. Y la felicidad sólo se logra cuando se tiene en cuenta a los demás. Las investigaciones en Neuroquímica, Neuroanatomía, Neurociencia cognitiva, Neuropsicología comparada, todas disciplinas que apoyadas en otras área como la Biología, la Genética, la Psicología, la Antropología, la Pedagogía, o la Epistemología Genética, convergen por primera vez en la historia insistiendo en que es posible educar de manera más efectiva con sólo conocer los últimos avances sobre el funcionamiento del cerebro, pero a su vez, los aprendizajes son mejores, crece el entusiasmo y mejora la memoria de los niños, si para aprender potencian el cerebro social.


En este nuevo contexto, ¿crees que es suficiente que los niños acudan a diario a aulas tecnológicamente innovadoras si esos aprendizajes no les ayudan a sentir bienestar interior, a pensar, a reflexionar, a construir respuestas nuevas que les permitan desarrollar su potencial? La respuesta es clara NO.


Hoy se habla de una crisis en la educación, en todos los niveles (primario, secundario e incluso superior). ¿Tenés alguna hipótesis acerca de por qué las instituciones educativas no están dando respuestas a los desafíos actuales?, ¿a qué crees que se deben fenómenos como la violencia entre pares, el ciberbullying, el sexting y cómo recomendas tratarlos sobre todo en niños y adolescentes?


​Porque se les obliga a los niños a dejar fuera de las aulas el cerebro social. Se sigue creyendo que hay que ser individualistas y competitivos, cuando hoy sabemos que como especie, y como muchas otras especies, hemos llegado hasta aquí porque somos altruistas, porque nos cuidamos unos a otros, porque colaboramos, ayudamos, etc. Obligamos a los niños a ser lo que no son desde edades tempranas. Los obligamos a estar quietos con 6 años, cuando desde que nacemos aprendemos con otros y de otros. Las clases necesitan mezclar niños de diferentes edades; es necesario que estén más tiempo al aire libre, que indaguen en la naturaleza, que investiguen... el bullying es una señal de las cosas que están haciendo mal. Desde los 3 años los niños ya pueden aprender a pensar en el otro, a ayudar, a hacer algo por los demás, en lugar de excluirlos, integrarlos en actividades colaborativas. El bullying ​ ​nace en el barrio y explota en las aulas, a la inversa, el cibebullying nace en las aulas y explota en la vida privada de cada uno, en su intimidad, entre las paredes de su habitación, en la pantalla de su celular. El único modo de pararlo es enseñarles a pensar como especie.​ Como todas las especies, dependemos unos de otros para nuestra supervivencia. Seguimos enseñando a ser competitivos y la rivalidad tiene un costo demasiado caro. No se tiene en cuenta el instinto gregario y no se educa la humanidad.


Empecemos por el adulto. Antes se decía que el maestro transmitía saberes, después se pasó a ideas más constructivista en relación a los conocimientos. ¿Cuál es el rol de los docentes en el mundo actual y cuáles son los atributos necesarios para estar al frente de un aula?


​Sin duda docentes con un liderazgo centrado en sus propios valores, pero que pongan el foco en el cerebro social, despertando en los alumnos la parte que nos hace humanos, la que genera más dopamina en el cerebro, y que tiene que ver con lo que nos hace sentir que formamos parte del grupo, que somos aceptados, que no somos excluidos. La exclusión es el peor miedo de los niños y los jóvenes en la era digital, pero también es dañino para el cerebro, que activa el área del dolor. ​ ​Un niño a los 18 meses es altruista, a los 4 años comparte su merienda, o cuida de su amigo que sufre antes de ir a jugar, esto es natural en los seres humanos, tanto como la defensa del territorio, pero esta parte la hemos olvidado. Los docentes con liderazgo social centrado en valores pueden activarlo.​


¿Qué lugar le caben a las emociones en el proceso de aprendizaje de los niños?


​Se aprende desde las emociones.​ ​Se memoriza desde las emociones, somos seres emocionales. Por lo tanto el entusiasmo se desprende de ello. Pero también debemos reflexionar que si aprender causa dolor, por la presión de las notas, por malos docentes, porque se enseña a destiempo, y el niño aprende que aprender es doloroso, pues no aprenderá. ​

¿Esto desplaza a la razón, la reflexión, el pensamiento crítico?, ¿O se trata de algo que va de la mano?


​Somos seres emocionales y racionales, el problema es que la educación formal pone el acento sólo en la razón.​


Los valores (sobre todo los buenos, el compañerismo, la solidaridad, la benevolencia) se enseñan, se construyen, se descubren?, ¿Cómo se hace para que las personas las asuman y las apliquen en la vida cotidiana?​


Se despiertan, nuestro cerebro los trae de fábrica por así decirlo. Por eso podemos enseñar a pensar como especie. Trabajamos en tres niveles, siendo el más importante el del SER, luego ESTAR, y por último PERTENECER. Y tenemos un cerebro que ya viene cableado para esto. Sólo hay que poner los medios para enseñarles a desarrollar la empatía, el altruismo, la compasión, la alegría, la aceptación, el agradecimiento, aprendiendo a conectar con la propia interioridad y con los demás, dando un sentido a sus actos, descubriendo que cuentan con muchos recursos de los que ya disponen, y que solo tienen que reconocer y activar, como de percibir de manera instantánea el estado interior de otras personas. Les estamos dando la posibilidad de activar sus capacidades naturales para vivir en armonía. El programa antibullying incluye autoconciencia, autogestión, conciencia social, habilidades de relación y toma de decisiones responsables. Cuando pensamos en educar para la Paz hacemos referencia a potenciar aquellas habilidades y talentos que aparecen en diferentes momentos de la infancia, y que si en ese preciso momento se ponen en marcha preparan no solo su mente sino también su cerebro para mejores aprendizajes. Todo aprendizaje depende de las emociones y por eso es tan importante poner el foco en el cerebro social.


Este entrenamiento ayuda a niños y adolescentes a desarrollar fortaleza interna y obtener las herramientas emocionales necesarias para abrirse y conectarse más profundamente con los demás, aumentando las emociones positivas y la conexión social, todo lo cual puede promover el afrontamiento y la resiliencia. Esta es la clave del bienestar en las escuelas, que promueven la autocompasión, y el compromiso con los demás, aprendiendo a ser más amables, compasivos y comprensivos. Porque así como hay una diferencia sustancial entre empatía y compasión (empatía es la capacidad de sentir lo que sienten los demás. La compasión es un estadio superior, es tener el compromiso y las herramientas para aliviar el sufrimiento. Y se trata de circuitos diferentes). La amabilidad es del circuito de la compasión y los estudios demuestran que al ser estimulada en niños y adolescentes mejoran sus resultados académicos, su bienestar emocional y su salud.


¿La buena propuesta educativa está relacionada con diversión y pasarla bien o uno aprende también cuando hay ausencia de placer?


​Esta pregunta es muy rara, no tiene que ver con pasarlo bien. Tiene que ver con no tener emociones negativas que nos hagan estar pendientes de nuestra supervivencia porque no nos sentimos aceptados, porque se nos enseña algo fuera del momento en que el cerebro está mejor preparado ​ ​para aprenderlo. ​


Si querés compartir una reflexión final de lo que consideres pertinente


Quisiera agregar algo en relación al problema del bullying. Se han aplicado estrategias de afuera hacia adentro, y no desde lo que somos y tenemos para dar, o cómo recibir lo que nos dan, y qué hacemos con ello. Y no se han llevado a cabo programas que les devuelvan a los alumnos una imagen positiva de sí mismos. Si constantemente se le dice a un joven que no vale, que no hará nada, que no sirve para nada, eso será. En cambio si ayuda a otro y éste le devuelve un agradecimiento, y siente que es valorado por alguien, su actitud cambia. El problema de la violencia no es que haya muchos niños y adolescentes malos sino que no se les enseña a potenciar a la mayoría lo bueno que tienen. Los jóvenes necesitan ser más y más protagonistas. Y buscar soluciones a los problemas sociales, ser escuchados, incluso los niños pequeños, así se activa también el aspecto social de su cerebro.


Recomendaciones de Obras propias


​"Neuroeducación para padres", Ediciones B editado en argentina

"Educar niños y adolescentes en la era digital", Editorial Paidós Barcelona. ​


Contactos de la educadora Nora Rodriguez: sitio www.norarodriguez.com o correo: info@norarodriguez.com

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