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La AUH pasó de promover derechos a ser una política asistencialista



Se cumplieron nueve años de la puesta en marcha de la Asignación Universal por Hijo (AUH), la política social más importante tomada por un gobierno desde la vuelta a la Democracia. El tiempo transcurrido habilita la realización de un balance que de claves sobre su evolución, su eficacia y sobre la necesidad o no de repensarlo como herramienta de inclusión.


Roxana Mazzola, cientista política, doctoranda en Ciencias Sociales (UBA), magíster en Administración y Políticas Públicas (Universidad de San Andrés) y docente de FLACSO explicó en Lejos de Zaimán que “a lo largo de estos 9 años tuvimos cambios en los ciclos políticos y económicos dentro de la Argentina, si bien desde el 2010 aproximadamente existía una mayor expansión económica ahora en la actualidad hay una desmejora con respecto a dichos ciclos, en ese marco lo que es la AUH (Asignación Universal por Hijo) se va transformando al compás de las decisiones que se toman desde la Presidencia de la Nación”


¿Señalas un cambio conceptual, de pasar de ser una política de promoción de derechos a ser una política asistencial, focalizada?


Exacto, la AUH se creó en el 2009, en un momento donde había una crisis económica global, desde allí se tomó la decisión de promover una política contra cíclica para minimizar los impactos que iban a tener sobre diferentes sectores de la población.


La AUH fue creada con un formato particular, es como un caso híbrido porque está inserta dentro de la seguridad social. Más allá de compartir rasgos con otros programas más asistenciales, fue replanteada en ese momento como un derecho a la seguridad social en la niñez, por eso se amplió la asignación por hijo para que ningún chico quede excluido, por la condición laboral de los padres. Actualmente lo que sucede es un cambio que se refuerza en un lado más asistencial, que se da en varios aspectos y dimensiones.


Esta medida (la AUH) desde que se creó hasta el día de hoy, se encuentra devaluada y está por debajo de cualquier actualización inflacionaria. El monto actual de la Asignación es de $1690, del cual se retiene un 20% mensual, que es reintegrado una vez que se realizan los controles de Salud y Educación. En consecuencia este monto por hijo, en familias donde existe escasa salida laboral, resulta muy bajo.


Antes la asignación cumplía el rol de acompañamiento en un contexto económico que ayudaba a generar empleo, ahora cuando se vuelve el único sostén de las familias, ¿Termina siendo una especie de política que profundiza las desigualdades?


Correcto, y con una impronta de asistencia. En el gobierno anterior no solo se tomaba en cuenta la parte asistencial sino que había como un ideario de trabajador diferente. Se basaba en la idea de que en algún momento todas las familias puedan acceder a un trabajo asalariado y con diferentes prestaciones de seguridad social y para eso se acoplaban diferentes medidas económicas y laborales a través del Ministerio de Trabajo y asi fueron creciendo los empleos registrados. La medida esta de la AUH se insertó desde la seguridad social para que una familia o reciba la AUH o la asignación familiar (AFC) para los trabajadores en blanco.


Una de las transformaciones que existe actualmente es la incorporación de los hijos de las personas Monotributistas, lo extraño es que estando debajo del régimen de los trabajadores formales y que perciben el Salario familiar, siguen teniendo los mismos condicionamientos de salud y educación que tienen los que perciben Asignación Universal por Hijo, entonces quedó ahí en una situación de una nueva estratificación de la infancia, porque sería como tratar diferente a los chicos por la situación laboral de los papás. Es un ideario que cambia y hoy crece en el mercado del trabajo, los autónomos, los trabajadores más flexibles, donde hay un horizonte no de trabajo decente sino la idea del emprendedor que gesta y se auto solventa su propio futuro.


A pesar de este concepto de que la asignación era equiparar el derecho de los niños al de los papás que percibían las asignaciones familiares por trabajos registrados, fue una política estigmatizada ¿Por qué crees que no se logró instalar los mismos derechos para los hijos de trabajadores registrados como los que no?



Hay dos factores, yo hablo de paradigmas que conviven. En la época de los 90 hubo un fuerte desarrollo de planes asistenciales. Con la implementación de la AUH se generó una convivencia entre planes asistenciales y otros basados en otros paradigmas. La AUH no era equiparable a estos planes, si bien siguieron conviviendo en este tiempo con otros programas que uno caracterizaba como discrecionales, poco transparentes que se aplicaban desde el Ministerio de Desarrollo Social, no vía Anses. Una protección restringida a la infancia, una suerte de sostén para no caer del sistema. Planes poco transparentes, con montos muy bajos que además implicaban que las personas hicieran un montón de actividades previas. Quitar esas huellas que quedan en la sociedad es muy complejo. Y en el caso de la AUH quedó como una mezcla entre esas dos lógicas, dado que está condicionado por aprobaciones de Salud y Educación y eso da pie para que se refuercen mensajes y marcas del asistencialismo. Es algo que quedó instalado en el sentido común vinculado al rol que habían tenido el Plan Trabajar o Jefes y jefas de hogar. Pero la AUH está más vinculado a la tradición de las jubilaciones que a la de un plan social.


Todas las políticas sociales, incluso las que se pagan a través de Anses, por ejemplo las becas del Progresar ¿adquieren una matiz más meritocrática?


Sí, es una beca por mérito y esfuerzo propio de cada uno de los chicos, eso es otro sentido común instalado en la sociedad, donde el valor de la educación ha tenido un fuerte arraigo no solo sobre la inclusión a partir del propio esfuerzo. Esta idea del mérito o el propio esfuerzo, invisibiliza la tremenda desigualdad de la que se parte en la Argentina, uno de los países más desiguales del mundo. No basta el esfuerzo individual que uno realiza para lograr acceder por ejemplo a un mercado laboral con condiciones en blanco.


¿Cuánto tiempo una política como la AUH, tiene que sostenerse bajo las premisas del paradigma anterior para que empiecen a verse resultados inclusivos de trascendencia?


En el año 2013 en la Argentina teníamos un 50% de personas con informalidad laboral, que durante el gobierno previo pasó a ser un 35% de familias con informalidad laboral. Muchas personas fueron adquiriendo empleos en blanco con diferentes prestaciones de seguridad social y su garantía de asignación familiar iba progresivamente avanzando de acuerdo al haber mensual que como trabajadores percibían, por ejemplo mientras el ingreso laboral aumenta, disminuye el salario familiar por cada hijo. En ese momento se había mantenido estable la cantidad de personas que percibían AUH que es de 3.900.000 chicos y los que percibían asignaciones familiares contributivas AFC (asignaciones familiares contributivas) aproximadamente 4.000.000 de chicos.

Actualmente lo que está pasando es que son menos los chicos que perciben AFC porque sus padres tienen trabajo en blanco, y más los que perciben AUH en esta modalidad que es para Monotributistas, o sea trabajadores de la economía formal pero muy flexibilizados. O sea que toda esta política de articulación con las políticas de salud y educación se está debilitando. Mientras se horada la capacidad económica de las familias humildes.


En algún momento las universidades adquirieron relevancia como consultoras que evaluaron este tipo de políticas, ¿hoy siguen siendo las universidades interlocutoras al momento de evaluar o realizar seguimientos sobre ciertas políticas?


Los actores van adquiriendo diferentes tipos de relevancia en función de los sentidos políticos de los programas. Por ejemplo hoy el FMI es importante y durante el gobierno previo no. Con la agenda de evaluación pasa lo mismo. Se realizó una evaluación desde ANSES con la Universidad Nacional de La Plata y que casi reproduce resultados de evaluaciones que se hicieron en etapas anteriores. Pero desde Institutos como el Gino Germani de la UBA, o desde FLACSO se vienen haciendo evaluaciones y estudios que muchas veces arrojan lecturas interesantes aunque no son parte de una política del gobierno nacional.

En otros casos hay estudios que se hacen en el marco de las tesis de maestrías, o el mío que es un doctorado, en el cuál también se abordan estás temáticas, pero eso no significa que sea apoyado o financiado por el Gobierno Nacional.


¿Qué lugar ocupan programas como la AUH, en el marco del nuevo presupuesto?


La asignación universal por hijo comprende menos del 1% del PBI, es una parte muy pequeña en términos del impacto social positivo que tiene, entonces no es costosa, si la comparamos con los pagos de deuda externa por ejemplo. Y un presupuesto de este tenor destinado a la AUH cambia por completo el sentido y la orientación que va a tener esto en las políticas de reactivación económica o productiva que se estén desarrollando por parte de los gobiernos o de a las inversiones que se realizan en seguridad social más amplia, las jubilaciones y sus actualizaciones, etc.


La acción del gobierno en lo que respecta al presupuesto aprobado a partir del acuerdo con el FMI hace que se garantice la contención social y la AUH, que es lo que evita que haya explosiones sociales como las que suceden en el mes de diciembre en nuestro país, Actualmente la auh pasa a ser más una contención social, pero se debilita el entramado de articulaciones con otras políticas, los grandes vectores como son la Salud, la Educación, la seguridad social. Porque hay que entender que la AUH no es importante en sí misma sino en los modos en cómo desata una batería de oportunidades de inclusión a partir de otras políticas que le dan sentido integral. Yo miraría al conjunto de sistemas de políticas en la que está la Asignación Universal por Hijo, porque es verdad que sigue existiendo pero está totalmente devaluada.


¿Las Políticas Sociales son siempre buenas?


No, hay que desacralizar esa idea de que lo social tiene que ver con hacer un acto benéfico. Las políticas públicas en la intervención del estado puede tener efectos negativos como efectos muy nocivos.








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