31 Minutos: un ejemplo del proceso de indigenización de programas infantiles en América Latina
Por Marcos Lobo
De forma inocente o ingenua, se suele pensar que, dentro de los programas infantiles didácticos, no hay mucho análisis posible: son programas destinados a un público infantil cuyo contenido tiene el objetivo de dejar algún tipo de enseñanza de fácil comprensión, mediante, por ejemplo, el uso de canciones. Por lo general, los personajes dentro de estos programas son adultos vestidos de niños, caricaturas, marionetas o una conjunción de estos.
De los ejemplos más populares de este tipo de programas, provenientes de la televisión de Estados Unidos, tenemos a "Las Pistas de Blue" o "Plaza Sésamo".
No es de extrañar que se afirme casi con total seguridad que estos programas de Estados Unidos tienen la potestad de imponerse frente a la gran mayoría de programas infantiles propios de otros países, no sólo a nivel de las audiencias que reúnen sino además de poder influir en estos mismos programas de países "periféricos" en cuanto a cuáles son las formas de contenido que resultan más "efectivas" en el público infantil.
Sin embargo, sería incorrecto afirmar que esta "americanización" (hablando de Estados Unidos) termina siendo una imposición cultural absoluta. Sin embargo, a pesar de que tal paradigma no ha desaparecido, sí ha perdido centralismo.
"los contactos y las relaciones con formas y productos de origen extranjero dan vida, en gran parte de los casos, a formas nuevas y a nuevos productos al mismo tiempo híbridos, originales, e inconfundiblemente domésticos." - Milly Buonano, autora del libro El Drama Televisivo
Esto la autora lo va a denominar "paradigma de la indigenización" y, para el mismo, voy a tomar el caso del programa chileno 31 minutos como ejemplo de tal concepto.
¿Qué es 31 minutos?
Se trata de una serie de televisión infantil proveniente de Chile. Sus creadores, Alvaro Díaz y Pedro Peirano lo pensaron en primera instancia como un programa de noticias de interés infantil protagonizado por marionetas que posteriormente pasaría a ser una comedia ambientada en un estudio de noticias pero sin perder el tono satírico:
-Juanín (productor de estudio): "Tulio, el día de hoy no ha habido ningún robo, ningún crimen, ninguna injusticia, ninguna guerra. ¿No te alegra como ser humano? "
-Tulio Triviño (conductor del programa): "¡Claro que no! Este es un noticiero ¿Escuchaste? Un noticiero. Vivimos de la desgracia ajena. ¿Qué quieres? ¿Qué me quedé observando a la gente por media hora? "
Sumado a lo difícil que puede ser el encontrar estas críticas indirectas a los medios de comunicación periodísticos en, por poner un ejemplo, "Plaza Sésamo", existen varios motivos por los cuales 31 minutos es tan especial dentro de los programas infantiles en general.
Porque sí, efectivamente, 31 minutos, se apropia de una forma (el formato de programa infantil didáctico) que en sus raíces es proveniente de Estados Unidos. Sin embargo, al mismo tiempo, la reelabora y reestructura de acuerdo a características locales (en este caso, de Chile) y las especificidades de la cultura de sus creadores con tal de crear un contenido híbrido original que fuera capaz de reflejar ambas.
Sus personajes profundos
Los personajes principales, por ejemplo, no son lo que llamaríamos un modelo a seguir para los niños.
El personaje al que le da voz Peirano, Tulio Triviño Tufillo, que conduce el programa de noticias, es un chimpancé millonario y egocéntrico.
El personaje al que le da voz Díaz Juan Carlos Bodoque, es un conejo rojo periodista malhumorado, bohemio, ingenioso, poeta ocasional, mujeriego, pero por sobre todo, un gran ludópata adicto a las carreras de caballo.
El hecho de darle un trasfondo a estos personajes, no sólo mostrándolos "fuera de cámara" sino como personajes imperfectos ya es una clara ruptura con el formato "convencional" de estos programas infantiles, incluso generando adhesión de otro tipo de públicos como el adolescente, por lo ya mencionado y además por la llegada de las redes sociales y la "cultura del meme".
Su música
Otra forma de indigenización se ve a través de las canciones del programa. Por lo general los programas infantiles de Estados Unidos hacen las canciones para dejar alguna moraleja o enseñanza. En 31 minutos, si bien sí está presente tal intención, los creadores dejan en claro que saben que los niños ya reciben tales enseñanzas constantemente de sus padres, como el clásico "come tus vegetales porque es bueno para tu salud". Así, por ejemplo y viniendo al caso, una canción de 31 minutos dice:
"Comete tus vegetales,
por que te pueden comer,
comete tus vegetales,
Por que te van a comer.
Pueden ser muy nutritivos,
pero también vengativos.
Te hacen crecer fuerte y sano,
si es que no les das la mano."
El mensaje, al final, es el mismo, pero la intención es darle un tono más divertido para que sea menos tedioso de digerir para los niños. En las canciones, a su vez, también se ven reflejadas características provenientes de la cultura local. Por ejemplo, el disco que reúne las canciones de la primera y segunda temporada se titula 31 canciones de amor y una canción de Guaripolo, cuyo nombre alude al libro Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda.
Su interacción con la realidad local
Se puede ver a través de los móviles de exteriores del reportero Mario Hugo junto con Mico el Micrófono, que suelen desarrollarse en Santiago de Chile, dando la idea de que realmente es un programa de noticias de esa ciudad. Esto se ve aún más en las famosas Notas Verdes de Juan Carlos Bodoque, donde él mismo explora distintas locaciones y reservas naturales de Chile, con el fin de crear conciencia sobre la contaminación y la importancia del cuidado del medioambiente.
Por ejemplo, una de las Notas Verdes más famosas se titula "La ruta de la Caca" en donde Juan Carlos hace una investigación sobre a dónde van a parar los desperdicios humanos y cómo el agua contaminada se termina usando en el riego de alimentos, atribuyéndole la responsabilidad no sólo al usuario común sino también a las empresas.
Causas sociales
Es tal el grado de identificación del programa con la localidad que incluso sus personajes han sido usados, en acuerdo con sus creadores, en campañas nacionales de apoyo durante los terremotos del año 2010, he incluso a nivel Latinoamérica junto a UNICEF, siendo el personaje estandarte Calcetín con Rombos Man, el superhéroe defensor de los derechos del niño, cuyas aventuras en el programa terminaban siempre con un lema que empezaba con "todo niño tiene derecho a…" o "todos tienen derecho a…", por lo cual a sido adoptado por los movimientos sociales a nivel latinoamericano siendo colocado en carteles y pancartas.
Ciertamente, analizar el peculiar fenómeno en el que se convirtió actualmente 31 minutos nos da un panorama de todas las posibilidades que tienen los productos televisivos pensados para niños no solo de tratar temas fuera de los convencionalismos provenientes de los programas de Estados Unidos sino de ser referentes de una identidad propia a nivel local y regional.
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