top of page

La bandera más allá de la meritocracia

Por Eva Fontdevila

La inclusión como criterio de política educativa se puso en debate esta semana. El ministerio de Educación de la provincia de La Pampa anunció un cambio de postura frente a la tradicional elección de abanderados y abanderadas. Mientras la meritocracia lleva más de un siglo consolidándose como valor indiscutido en los establecimientos escolares, esta decisión política plantea un nuevo desafío. Según expertos y docentes, lejos de disminuir la importancia de los actos escolares y los símbolos patrios, esta medida impulsa la apropiación de esos elementos de ciudadanía y soberanía, involucrando tanto a las escuelas como a los chicos y chicas en la valoración del sentido de los símbolos. Daniel Yepez, doctor en Educación, docente e investigador de las Universidades Nacionales de Tucumán y de Jujuy, celebró la iniciativa: “Me parece interesante y renovador, sobre todo si en la valoración de las y los abanderados no solo se contemplan indicadores cuantitativos relacionados a calificaciones en el campo de "saber", sino también la necesaria consideración y valoración cualitativa del sujeto de la educación en sus aspectos éticos, humanos, relacionales, solidarios y sobre todo en aquellos valores vinculados al sentido de pertenencia e identidad con ese colectivo superior y trascendente que es la Patria en todo el sentido del término, se estaría yendo por buen camino. Si esta decisión, atinada por cierto, pretende superar el academicismo a ultranza y busca formar estudiantes comprometidos con su pueblo y con su tiempo, sin duda debemos apoyarla”.



Daniel Yepez

El relato de la Escuela como espacio de igualación fue el mito fundador de la escuela pública argentina; los íconos de esa escuela, como el delantal blanco, los actos, los rituales, la formación, símbolos y cantos, condensaron ese relato; sin embargo, el contexto de desigualdad social agravada en las últimas décadas y evidenciada crudamente en la pandemia de COVID 19 obliga al sistema educativo a repensarse y mirar de cerca a su comunidad. Luna Podestá, docente de primaria de La Pampa, sostuvo: “Siempre las aulas han sido espacios heterogéneos, pero la pandemia fue una cachetada de realidad y nos refrescó esa idea; todes sabíamos que hay desigualdades pero la pandemia las dejó muy a la vista, al punto tal de tener que modificar muchas cuestiones del sistema educativo, algunas que hasta hace no mucho nos parecían intocables y por eso genera revuelo. Hay muchos y muchas docentes que se resisten a los cambios, creo que sin argumentos válidos, nada más por no modificar cuestiones históricas de una escuela que ya va quedando démodé. Para tener en cuenta esas desigualdades y construir un sistema que busca ser más inclusivo, hay que salir de la palabra y pasar al hecho. Una de esas modificaciones es esta. Va de la mano de la escuela que estamos buscando. Sería interesante pensar tal vez la mirada de la familia; va a ser importante también. Creo que va a haber una aceptación de las familias cuando vean que todos, todas, todes van a poder en algún momento portar la bandera.” Félix Colombi, docente de la Escuela media 539 José Antonio Balseiro, de la ciudad de Rosario, expresó: “Como docente considero que cualquier criterio de inclusión en lo que hace a la educación pública es importante, porque tiene que ver con garantizar derechos. Por otra parte el hecho de que cada escuela pueda discutir sus criterios, que no tiene que ver sólo con lo académico, es muy importante sobre todo para la aplicación, porque propiciaría la participación estudiantil y de los equipos directivos y docentes; que cada comunidad educativa pueda ser partícipe”.



El maestro rosarino agregó un análisis con propuesta: “Por otra parte, cada vez que desde la perspectiva de la inclusión se da la posibilidad de participar a la comunidad educativa, se ve que frente a todo derecho ganado también hay obligaciones; un criterio podría ser que los estudiantes se comprometan a algo en relación con lo educativo, a investigar, a trabajar sobre la interpretación de los símbolos patrios mas allá del fetiche, desde la construcción ciudadana. Lo que ocurre en La Pampa es auspicioso e interesante para dar el debate en otras provincias. Lo celebro y me parece fantástico”. La propuesta de revisar estándares para portar la bandera podría exceder ese asunto, y profundizar las políticas de respeto por la diversidad y la consideración de los puntos de partida de cada estudiante. Luna Podestá reflexionó sobre el alcance material y simbólico de la medida: “Pensaba qué importante es cómo se cuenta esto a través de los medios. No se trata de remover la figura del abanderado, sino repensar esos criterios por los cuales se puede acceder. Es coherente con un sistema educativo que intenta ser cada vez mas inclusivo y que va revisando cuestiones que están muy arraigadas en la historia de nuestro sistema educativo, como puede ser la evaluación. Hoy por hoy hablamos de una evaluación formativa, una evaluación en proceso. Y si estamos hablando de considerar los procesos de aprendizaje de cada uno, ¿por qué no repensar los criterios para acceder a la bandera? Lo que se está planteando es que una nota numérica no sea la que defina que puedas o no acceder a la bandera sino que sean tus distintas habilidades, capacidades y trabajo a lo largo del año; esto permitiría que cualquier alumno o alumna pueda acceder a portar la bandera. Porque todas y todos tenemos habilidades distintas: uno tiene mas facilidad para una materia u otra, otros tienen mayor habilidad para expresarse oralmente, otros para escribir, y esto incluye”, enfatizó. Y agregó “Si seguimos pensando que sólo los que tiene mejor promedio pueden acceder hay algunos que nunca podrán llegar. Estamos pensando en alumnos y alumnas que tiene una discapacidad intelectual, por ejemplo y los parámetros evaluativos son distintos. Creo que ha sido una medida coherente con tener una escuela que sea mucho más inclusiva, que abrace la diferencia y sobre todo la respete”.



Luna Podestá


Alexis Paz, estudiante de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Tucumán expresó: “Creo que está develando un cuestionamiento frente a las estructuras, los pilares en los que se ha gestado la propia escuela moderna de fines del siglo XIX. Nos permite cuestionar criterios frente a cuáles son nuestros y nuestras estudiantes en los múltiples contextos socio culturales. Vislumbrando también cuales pueden ser los nuevos criterios a considerar frente a quienes accedan al rol del abanderado o abanderada teniendo en cuenta el derrumbe de esos pilares de la meritocracia, así como el progreso individual como grandes criterios que se han mantenido dentro de las escuelas. Pienso que los nuevos contextos de aprendizaje y enseñanza nos permiten vislumbrar nuevas miradas frente a lo escolar, proyectando nuevos formatos de escuela, vivenciando nuevas experiencias en el campo de lo formal y no formal, permitiéndonos compartir junto a nuestros y nuestras estudiantes desde el acontecer educativo cotidiano para permitirles acceder a ciertos lugares que antes eran recortados por esos pilares del progreso individual. Posicionarnos desde el paradigma de la igualdad y la participación colectiva de los y las estudiantes nos va a permitir problematizar otras cuestiones y construir un mañana mejor”.



Alexis Paz Sobre el sentido de la política gubernamental, la subsecretaria de Educación pampeana, Marcela Feuerschvenger, expresó a Tiempoar que “Nosotros decimos que todos los alumnos transiten por la bandera, desde el acto escolar hasta los momentos de su izamiento. Sacamos ese criterio de que a la bandera acceden un grupo reducido de alumnos”, explicó la funcionaria. Y agregó “No estamos diciendo de no portar el símbolo, pero no con criterios de mejor promedio porque somos conscientes de los contextos de desigualdad de aprendizaje. En un paradigma inclusivo cada uno tiene un valor para dar y todos tienen el derecho de portar la bandera”.

Entradas recientes
Archivo
Secciones
bottom of page