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Cómo entrenar a tu dragón: construcción de imaginarios y el potencial de la juventud para cambiarlos

"Esto es Berk, queda a 12 días al norte de la desesperanza y unos grados al sur de congelarse hasta morir. Se encuentra exactamente en el meridiano de la tristeza. Mi aldea. En una palabra: tenaz. Ha estado aquí por 7 generaciones, pero todas las casas son nuevas. Tenemos pesca, caza y una bella vista del atardecer. El único problema son las pestes. Verán, la mayoría de los lugares tienen ratones o mosquitos. Nosotros tenemos… Dragones". Así se nos presenta esta colorida forma de retratar la cultura nórdica en formato animación 3D de Dreamworks. Estamos hablando por supuesto de "Cómo entrenar a tu Dragón", en este caso, de la primera entrega de esta trilogía que ya tiene más de una década desde su estreno en el año 2010. Sin duda una favorita de muchos, que aún hasta el día de hoy nos sigue atrapando, ya sea por su argumento hasta sus carismáticos y entrañables personajes. Ahora bien, más allá de lo ya mencionado, ¿qué mensaje quiere transmitir la película? ¿Hay solo uno? ¿Fue la intención de sus creadores darle un trasfondo no solo ecológico sino hasta político? A lo mejor estarás pensando que, al igual que en las notas anteriores, estoy siendo demasiado "rebuscado" con una película "para niños". Y puede que así sea, pero una vez que las piezas encajan, es difícil dejar de ver la imagen que forman. Y recuerden: aquí seguimos siempre la línea "no porque sea destinado a un público infantil significa que no trata temas profundos". Aparte, ¿Qué mejor momento existe para fomentar la hermosa y muy necesaria práctica de cuestionarse a uno mismo la realidad que en la niñez? Honestamente, que efectiva estrategia didáctica resulta ser la animación para tal fin. Justamente, más allá de todos los temas que aborda la película, el que, en mi opinión, conecta de forma global al resto, es el de los "imaginarios" y el cuestionamiento de los mismos. El imaginario tiene varias definiciones pero basta con entender que se trata de una serie de ideas o características que un grupo social le asigna a algo o alguien. Si tal imaginario se sostiene durante el tiempo, puede llegar a adquirir tal fuerza que en ciertos casos es tomado por una comunidad como una verdad absoluta e incuestionable y todo intento de desmentirlo o ponerlo en duda es tomado con bastante resistencia y, en algunos casos, de forma hostil. En la película, veremos como nuestro protagonista, Hipo, entra en conflicto con dos imaginarios: ¿Qué es un Dragón y qué es un vikingo? Como dijo Jack, vayamos por partes. Hay un "yo" y hay un "otro que no soy yo" En el caso de Hipo, el "yo", desde pequeño hasta gran parte de la película, fue ser "vikingo". El vikingo es "un guerrero fuerte, tosco, bruto y, en este caso, que enfrenta y mata Dragones" . El dragón (el otro que no soy yo) es "una bestia feroz que roba comida y mata vikingos". Como podemos ver, ambas ideas se construyen antagónicamente. El yo se construye, a fin de cuentas, a partir del acto de destruir al otro y la idea que yo tengo del otro se sostiene porque, en mi experiencia, ese otro busca destruirme. He aquí algo interesante: aquí el otro es un dragón, un ser que difícilmente venga hacía mí para intentar convencerme mediante una plática de que lo que yo pienso de él está mal. El dragón, más allá de ser ficcional, es a fin de cuentas, un animal, un ser que responde a estímulos y cuyo instinto de supervivencia interpreta tales estímulos como favorables o no para su supervivencia. Si el dragón ve que aquello que pone en peligro su supervivencia de forma constante tiene armadura de piel, un casco con cuernos y un hacha, pues por lógica, años de repetición de este patrón funcionan para que el dragón lo interprete como una amenaza inminente. Hipo, que sigue nuestro clásico arquetipo de antihéroe de Dreamworks, no cumple con las características que su cultura le otorga al "ser vikingo". Es pequeño, escuálido y no particularmente afín con el uso de las armas. Y todo el tiempo se lo remarcan: -Bocón: Hipo, si alguna vez quieres salir a matar dragones, tienes que cambiar todo… esto. -Hipo: Acabas de señalarme completo. -Bocón: exacto. Y para colmo tiene que soportar la carga de ser el hijo de Estoico el Vasto, jefe de la tribu y máximo exponente de lo que implica ser un vikingo: "Cuentan la historia de que cuando era un bebé le arrancó la cabeza desde los hombros a un dragón. ¿Acaso lo creo? Claro que sí". Si, así es, tenemos otra vez ante nosotres el argumento de la conflictiva relación padre e hijo con ausencia de la figura materna (si ya leyeron la nota de "El libro de la Vida", encontrarán varias similitudes entre ambas películas). Hipo, entonces, quiere obtener la admiración de su pueblo y, por sobre todo, la de su padre cazando a su primer dragón. Cosa que logra al principio de la película, nada más que al dragón más difícil de cazar, un Furia Nocturna. Como era de esperarse, nadie le cree, así que decide ir a buscarlo. Y cuando lo encuentra, Hipo tiene su primer conflicto con el segundo imaginario, el imaginario de lo que él pensaba que era un dragón: Hipo encuentra al furia nocturna atrapado entre las cuerdas de la boleadora que le disparó. Ante él se encuentra la oportunidad que siempre deseó ¿Verdad?: -Hipo: Te voy a matar dragón. Te arrancaré el corazón y se lo llevaré a mi padre. Soy un vikingo… ¡Soy un vikingo! Pero no lo hace, al verlo ahí indefenso y asustado, decide cortar las cuerdas y dejarlo ir. El dragón después lo acorrala pero simplemente le ruge y luego se va. Esto solo genera aún más conflicto en Hipo, no sólo siente que falló como vikingo sino que a su vez está confundido: a vistas de su reciente encuentro, Hipo le dice a su padre que "no quiere matar dragones" (aunque obviamente no le dice el por qué). Estoico se limita otra vez a reforzar el imaginario vikingo en lugar de escuchar a su hijo: -Estoico: Esto es serio, hijo. Cuando cargas este hacha, nos llevas a todos contigo. Significa que hablas, que caminas y que piensas como nosotros. No más de… esto. -Hipo: Acabas de señalarme completo. -Estoico: Oíste? -Hipo: esta conversación parece ir en un sólo sentido. -Estoico: Oíste? -Hipo: *Suspira* Si… Oí. Ya conforme avanza el entrenamiento de caza de dragones, Hipo se encuentra en contradicción no sólo con lo que le enseñan sino también con sus mismos compañeros, particularmente con Astrid, su interés romántico pero al mismo tiempo su opuesto absoluto: es fuerte, intrépida y a acatado los ideales de su cultura a la perfección. -Astrid: ¿todo esto te parece una broma? La guerra de nuestros padres se va a convertir en nuestra. Decide de qué lado estás. Pero Hipo se encuentra en una posición diferente pues con el paso de los días ha desarrollado una relación cercana con el dragón, hasta el punto de darle un nombre: Chimuelo. Y todo lo que sucede después es el perfecto ejemplo de lo que pasa cuando uno decide entrar en contacto con una realidad que nadie antes ha experimentado: la realidad es muy distinta a lo que uno solía creer antes de conocerla en persona. De ahí que Hipo aprende trucos para dominar a los dragones, lo cual hace que su popularidad aumente. Pero obviamente el punto de quiebre tiene que llegar eventualmente. Estoico, quien creía que por fin había logrado conectar con su hijo, termina decepcionado al descubrir que su hijo escondía a un dragón. Hipo con todas sus fuerzas intenta convencerlo pero simplemente no hay caso: -Estoico: ¡han matado a cientos de nosotros! -Hipo: ¡y nosotros a miles de ellos! Antes de dirigirse a la isla de los dragones, Estoico voltea para dejar en claro el punto de contradicción en el que se encuentran: -Estoico: Elegiste tu bando con ellos. No eres un vikingo… No eres mi hijo. Pero como dicen, cuando ya llegaste a lo más bajo, lo que queda es hacia arriba. La mejor oportunidad para cambiar la mentalidad de un grupo está en los jóvenes Hipo previamente pudo convencer a Astrid de lo que él aprendió. Ahora es el turno de ella de recordarselo: Hipo se replantea su decisión de no haber matado al dragón. Astrid le dice que cualquier otro lo habría hecho, la cuestión es ¿por qué él no?. -Hipo: Fui un cobarde, fui débil. No quise matar a un dragón. -Astrid: Acabas de decir "no quise". -Hipo: ¿y eso que importa? No quise. 300 años y soy el primer vikingo en no matar a un dragón. -Astrid: pero el primero en montar uno. Hipo… Y en ese hermoso momento de sinceridad, Hipo lo admite: -No quise matarlo porque se veía tan asustado como yo. Y cuando lo vi… me vi a mi mismo. Hipo se vio reflejado en ese otro, aquel al que le enseñaron tanto tiempo a odiar resultó tener más en común con él que las personas con las que convivió desde pequeño. Pudo desdibujar las barreras del prejuicio y al ver su yo en ese otro pudo comprenderlo realmente. Luego de probárselo a sus compañeros, todos logran montar sus dragones e ir hasta la isla. Todos, incluido el padre de Hipo, se dan cuenta de esta realidad, esta nueva versión de los hechos y es por medio del accionar de esta juventud que se atrevió a algo diferente. Llega a tal punto que Estoico salva a Chimuelo para que Hipo pueda montarlo y enfrentarse a un Dragón Gigante (si, no podía faltar una batalla final entre dragones). Pero la verdadera batalla final ya se dio: Estoico reconoce su error y se disculpa con su hijo. Ahora vikingos y dragones pueden convivir en paz y todo gracias a la iniciativa de nuestro protagonista, este escuálido chico cuya virtud más grande resultó ser su empatía, aquello que le permito ver aquello que no estaba bien en su realidad y que le dio el valor necesario para cambiarla. -Estoico: Resultó que sólo necesitábamos más de… esto. -Hipo: Acabas de señalarme completo. Estoico: *asiente con la cabeza mientras sonríe* Conclusión Hoy en día tenemos muchas ideas que encuentran, obvio sin caer en absolutos, una mayor resistencia por parte de las generaciones más viejas: desde discusiones acerca de la identidad de género, orientaciones sexuales y hasta debates sobre nuevos modelos productivos y de consumo sustentable. Los motivos detrás de esta resistencia pueden ser variados pero innegablemente para poder contrarrestar esto es necesario poner en cuestión todo lo preestablecido y contrastar, mediante el contacto con estas nuevas ideas, que es lo que realmente necesitamos hacer para lograr una sociedad más justa que garantice un futuro positivo para las siguientes generaciones. Obviamente nuestro mundo es más amplio que una pequeña isla de vikingos pero por lo mismo las posibilidades son más amplias para dar una discusión. Por más aterrador que resulte el ver todo lo que teníamos por cierto caerse, el valor se debe fundamentar en qué las nuevas ideas busquen mejorar lo que ya conocemos. Y ahí el potencial de la juventud es clave, y tal vez producciones como esta hermosa saga los motiven a armarse del valor necesario para cuestionar o al menos, eso es lo que intenté hacer con esta nota. Ojalá te haya gustado, por favor comentanos ¿qué te pareció a ti?

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