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Cómo hablar sobre la guerra con nuestros niños y prevenir la catarata de noticias falsas (PARTE 1)

Todo se convulsionó el 24 de febrero cuando se transmitió en todo el mundo la noticia de que Rusia había invadido Ucrania y las imágenes de bombardeos, gente herida y desplazados comenzaron a proliferar en aparatos y dispositivos digitales. A partir de ese primer grito de guerra de Vladimir Putin toda la información sobre el conflicto bélico se multiplicó exponencialmente en medios tradicionales y en todas las plataformas disponibles. A diferencia de otro tipo de noticias esta, la de la guerra, dejó de ser de interés sólo para los adultos. A los niños y niñas también los cautivó.


Y lo que interesa a los niños se transforma en tema de grandes


Este artículo (en dos partes) intenta pensar en acciones preventivas (conversaciones necesarias) que podemos construir los adultos para cuando nos toque abordar el tema de la guerra en Ucrania, sobre todo a partir de las noticias que consumimos. ¿Por qué? Porque desde que comenzó la guerra lo que explotó también fue la desinformación, las noticias falsas, las fake, las operaciones, los intentos de desvío. La ya consabida manipulación. Y no es que seamos ingenuos y pensemos que debamos aspirar a la objetividad porque hace siglos que está demostrado que la objetividad no existe. Lo que sí existe es la honestidad intelectual y las buenas prácticas profesionales a la hora de informar. Eso que cada vez se ve menos en el fabuloso reino de los algoritmos.

Y como los niños y niñas viven en las redes también han comenzado a consumir en grandes cantidades noticias sobre la guerra entre Rusia y Ucrania. Y por ende a exponerse a actos de desinformación en un cocktail inmanejable. Videos de Tik Tok o whatsapp hechos por influencers, periodistas locutando, líderes políticos haciendo declaraciones, selecciones de archivos de investigación, micro documentales, fragmentos de notas periodísticas y de películas. Consumen todo eso y materiales que parecen eso pero no lo son.

Si todos y todas somos manipulables frente a cualquier operación mediática, una guerra que ocurre a 13 mil kilómetros de distancia entre países de los cuales sabemos poco y en un escenario en el que participan las principales potencias del mundo se vuelve propicio para la proliferación de fake news.





Conversaciones familiares


Temas como la guerra en Ucrania se vuelven materia de conversación cotidiana entre una docente y sus alumnos/as en una escuela, entre un papá o una mamá en una conversación cotidiana con sus hijos/as/xs mientras suenan las noticias de fondo, o inclusive entre pares en un encuentro de niños y con consultas a los adultos presentes. Es tema y es de interés público.

Si hablamos de guerra con niños lo primero que debemos hacer es dejar claro el punto de partida; la guerra no es la solución de ningún conflicto, el diálogo debiera ser siempre la herramienta para la solución de cualquier diferencia, no hay guerra que no duela, no hay pueblos que merezcan guerras, ninguno. Los niños/as, los adultos mayores, las personas con discapacidad, los enfermos son quienes más sufren en una guerra. Nada la justifica. Pero sucede. En el mundo hubo, hay y probablemente seguirá habiendo conflictos bélicos.





Saber primero, conversar después


Como adultos/as lo fundamental es no esconderle el tema a los niños y niñas, no evadirlo, no intentar callar para proteger (no se puede proteger en base a ignorancia o desinterés, menos sobre temas que están en boca de todo el mundo). Lo lógico es comenzar por informarnos sobre el tema y hacerlo utilizando medios diversos desde los videos que consumimos en Insta y en Face, pasando por los portales de noticias, nuestros canales de televisión nacionales, provinciales, radios físicas y por streaming, y obviamente canales internacionales. También, claro, influencers de todo tenor.

¿Cuál es la clave para una persona adulta que lee una noticia sobre la guerra? Identificar las voces de los medios, conocer sus adscripciones ideológicas y saber cómo se posicionan en relación a este tema para informar.

¿Por qué? porque no hay información neutral.

¿Con qué fin? No para negar sus versiones (ni dejar de consumirlas), no para cuestionar la legitimidad de sus planteos, no para perseguir e impugnar a sus figuras, sino para enriquecer la realidad. La “realidad” es mucho más interesante cuanto más versiones sobre ella somos capaces de recrear. Los adultos de realidades acotadas (o verdades únicas) poco pueden transmitirle a los niños y niñas que quieren y deben aprender.

Cuando reconocemos una versión de los hechos como tal (como una versión, y no como la verdad), cuando le damos entidad de ser a una mirada y la podemos ubicar en un abanico de opciones es que podemos darle a la noticia la densidad que merece. Pintarla de colores, abrirla, contarla del modo que los niños necesitan.

¿Es lo mismo BBC Mundo que Russian Today?, ¿Clarín que Página/12?, ¿Telefé Noticias que C5N? Claramente no, cada una aborda la guerra atendiendo a sus cosmovisiones, intereses y valoran la información y los sucesos en función de los mismos.

¿Hay alguna versión mejor que la otra? No vamos a llegar a esa respuesta, pero conocer los distintos tipos de discursos que difunden cada uno de los actores que forman opinión, nos ayuda a entender la noticia como una película con historia y dinámica, no como una foto fija, estática y sin vida.

En el caso puntual de este conflicto es fundamental tener visiones amplias y plurales para no caer en la tentación de tomar posturas basadas en prejuicios morales antes que en información. Y cuando hablamos con niños/as sobre la guerra permitámonos no adoptar posiciones tajantes, sino intentar comprender de un modo más complejo, más rico.







Como en las pelis buenas, en los conflictos no hay solo héroes y villanos


Ni Putin es un loco, ni Zelensky un héroe, ni Putin es salvador de pueblos, ni Zelensky una marioneta del imperio. Eso sirve para panfletos militantes, pero no para hablar seriamente con nuestros hijos, hijas, estudiantes. Si pudiéramos abordar la guerra entre Rusia y Ucrania con el mismo nivel de seriedad con que intentamos comprender una trama tan compleja como rica y profunda como es la película de Disney Plus Encanto, por ejemplo, estaríamos haciendo mucho más por la alfabetización audiovisual de nuestros hijos/as que intentando construir relatos a partir de personajes maquiavélicos. O como si todo pudiese reducirse a un cuentito de buenos y malos.

Cuando le cuento una historia a una niña de 10 años como mi hija siempre intento recordar que estoy hablando con una persona que ya vio casi completa la programación de la plataforma Disney, ¿necesita que la cuide por no entender complejidad? Creo que tiene más elementos que yo mismo para entender modelos complejos.


Una pequeña Matriz para adultos/as


Eso nos puede dar herramientas ricas a la hora de establecer un diálogo con niños y niñas sobre algo que de por sí es traumático. Entender ¿en qué contexto surge el conflicto armado?, ¿tiene historia, precedente o emergió de la nada?, ¿Quiénes son los actores que participan del conflicto?, ¿por qué disputan?, ¿alguien se beneficia económicamente en una guerra?, ¿Cuáles son los terceros actores que también participan?, ¿Qué argumentos sostiene cada parte en conflicto para defender su postura?, ¿es posible la paz? y ¿Qué podría hacerse para resolver el conflicto?

Todas estas son preguntas que los/as adultos/as pueden hacerse, y por qué no acompañando a los niños e invitándolos a comprender el asunto juntos. Nunca me fue mal cuando intenté plantear así con mis propios hijos los temas como este de la guerra que se vuelven tendencia en las redes y los medios.

Pero además de esto es importante comprender las diferencias realmente existentes entre los modos que tenemos los grandes de acceder a información y la forma en que lo hacen los niños y niñas. Cambian las épocas, se producen revoluciones tecnológicas y en medio de todo eso se modifican los dispositivos, las plataformas, formatos y hasta las mismas ideas acerca de qué es información y qué tenemos que hacer con ella.


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