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Kung Fu Panda: la importancia de adaptar la enseñanza a las necesidades particulares.

"-Ay, por favor. Si Tai Lung ya viene en camino. Y aunque se tarde 100 años en llegar, ¿Qué hará usted para convertir esto en el guerrero dragón? ¿Qué?...

-No lo sé… no lo sé."


Más de uno de los que están leyendo esta nota, recordará con un poco de nostalgia la primera entrega de la trilogía de kung fu panda, y no es para menos pues, a la fecha de escrita esta nota, ya han pasado poco menos de 14 años desde su estreno en los cines.

Y, por qué no, con un poco de cariño también, pues aquí Dreamworks Animation usaría una de sus más conocidas estrategias y en las que más especialidad ha desarrollado y eso es, por su puesto, el que sus historias tienen por protagonistas a los "antihéroes".


Cabe aclarar que tal vez el sentido más comúnmente asociado a este término en la actualidad es el de un personaje de ficción que busca fines que a su entender son "moralmente buenos" a través de métodos cuestionables. Pero en este caso estamos hablando del antihéroe en el sentido del héroe que no se condice con el ideal de heroísmo que persiste en la época en la que transcurre la historia o en el contexto de creación de la misma, que, dicho sea de paso, es la concepción original que se tenía del término (no por nada se considera al Quijote de La Mancha como el primer antihéroe registrado en una obra de ficción).


En esta historia, nuestro protagonista "antiheróico" es Po, un panda que trabaja con su padre adoptivo (un ganso) en un restaurante de fideos de China. Más que nada, Po sueña con ser un guerrero de Kung Fu pero su condición de Oso Panda, seres que para el imaginario colectivo (incluso dentro de este mundo lleno de animales antropomórficos) no son más que animales adorables y algo torpes, dista mucho de ser la primera opción de muchos al pensar en lo que es un maestro de artes marciales.

Esto se ve reflejado en la escena de la ceremonia en el palacio de Jade, lugar en donde el Maestro Oogway va a elegir al legendario Guerrero Dragón. Cuando Po es elegido, por "accidente", muchos de los presentes solo reaccionan con un gran "¿Qué?" dicho casi al unísono, entre ellos el dicho por el Maestro Shifu, el encargado de entrenar al Guerrero Dragón.


Inicia el entrenamiento


Y vaya que Po tiene mucho que superar, como todo buen viaje del héroe, pero aquí el obstáculo principal no es tanto su condición física como lo es el rechazo hacia él por parte tanto de su maestro como de sus compañeros, los 5 furiosos (una tigresa, un mono, una grulla, una víbora y una mantis).

Porque sí, es cierto, Po posee una condición física que podría verse como desfavorable a la hora de combatir, pero la propia Mantis le dice:


-"¿Quién soy yo para juzgar a un guerrero por su tamaño? Porque… mírame."


El rechazo entonces, muy probablemente, provenga de que, por más amor que sienta Po por el kung fu, nunca antes ha sido entrenado en el mismo, y que, por "decisión del universo", este haya sido elegido como el guerrero Dragón, un honor para el cual los 5 furiosos han aspirado durante años de duro entrenamiento, en los que seguramente ellos también tuvieron que superar algún obstáculo personal.


"Tigresa: Uno hubiera imaginado que el maestro Oogway habría elegido a alguien qué supiera Kung Fu

Grulla: O que se tocara los pies…

Mono: O que se viera los pies… "


Pero el rechazo más grande que siente Po durante esta travesía proviene de su Maestro, el maestro Shifu, quien, tras perder a su estudiante e hijo (Tai Lung) después de que se le fuera negado el título de guerrero Dragón, veía en la posibilidad de un nuevo guerrero Dragón una oportunidad de redimirse de lo que, a sus adentros, él considera como su más grande fracaso.


¿Te suena familiar?


Creo que a muchos nos es familiar escuchar ciertas frases como "es un caso perdido", "no pierdas tiempo con él", "no vale la pena", "es un tonto", "no quiere aprender" o "no aprende". Y escuchar estos comentarios en el ámbito intrafamiliar acerca de un niñe es grave, pero ¿En qué situación nos encontramos si además este fenómeno se réplica en el ámbito escolar por parte de aquellos que se dedican a enseñarles? ¿Sólo hay prejuicios acerca de ese estudiante o además existe detrás una concepción acerca de cómo opera el aprendizaje en base a un esquema para el cuál el estudiante que no se adapta es tachado de incompetente?


En la propia película, el Maestro Oogway se da cuenta de la inconformidad de Shifu con Po, para lo que le plantea que debe abandonar la ilusión del control:


"-Oogway: Mira este árbol. No puedo hacer que florezca antes de tiempo o que dé frutos fuera de temporada.

-Shifu: Pero hay cosas que podemos controlar (dónde cae la fruta, dónde plantar la semilla, etc.)

-Oogway: Ah sí, pero no importa lo que quieras, esa semilla se hará un durazno. Podrás desear un manzano o un naranjo, pero tendrás un durazno.

-Shifu: Pero un durazno no puede vencer a Tai Lung!

-Oogway: Tal vez si pueda, si estás dispuesto a guiarlo, a nutrirlo, a creer en él."


¿Y si intentamos algo distinto?


Después de que Oogway se "hiciera uno con la Fuerza" (no creo que haber sido el único en notar los paralelismos con la saga de Star Wars), Shifu intenta buscar la forma de acercarse a Po.

En un momento, Shifu sospecha algo y le dice a Po que Mono guarda sus galletas en el estante de arriba y luego finge irse. Al volver, ve a Po sosteniéndose a tres metros del suelo mientras come galletas.

"-Shifu: Mírate!

-Po: Ya sé, doy asco.

-Shifu: No, no, digo… ¿Cómo llegaste allá arriba?

-Po: No sé, yo… no sé, quería una galleta.


Confirmada su sospecha, Shifu lleva a Po al sitio en donde nació el Kung Fu para entrenarlo. Empieza diciendo:

"-Cuando te enfocas en el Kung Fu, cuando te concentras… das asco. Pero eso puede ser mi culpa. No puedo entrenarte como he entrenado a los 5. Ahora veo que la manera de llegar a ti, es con esto."


Le muestra un tazón con Dumplings (unos panes rellenos, platillo muy común en oriente) y le promete que después de entrenar podrá comer. Po con constancia y después de un entretenido montaje de entrenamiento, logra desarrollar habilidad para el kung fu. Sin embargo, aún falta su prueba final, en más de un sentido (como ya venimos acostumbrados).


El ingrediente secreto es… nada.


Po termina decepcionado al darse con que el rollo del dragón, que supuestamente le otorga los poderes al guerrero Dragón, se encontraba en blanco. Con la llegada de Tai Lung en busca de venganza, todo el valle es evacuado. Po se encuentra con su padre, quien al verlo tan desanimado decide contarle el ingrediente secreto de su "sopa de ingrediente secreto", que resulta ser "nada".


-Padre: Ya me oíste, nada. No hay un ingrediente secreto.

-Po: Espera, espera ¿Es una simple sopa de fideos? ¿No le agregas algo? ¿Alguna salsa especial?.

-Padre: No hace falta. Para preparar algo especial, solo hay que creer que es especial.


Po voltea para ver el rollo del dragón y se da cuenta de que no estaba nada escrito porque lo único que necesitaba ver era su reflejo en ese papel. En resumen, debía creer en sí mismo. Y esa confianza tiene su origen en una lección, una enseñanza, a fin de cuentas, en una prueba de fe hacia un alumno que lo necesitaba. Ya lo decía otro sabio llamado Paulo Freire:


"Quien enseña aprende al enseñar y quien enseña aprende a aprender".


El aprendizaje del maestro Shifu es uno muy necesario en una realidad en donde las estructuras de enseñanza más arcaicas intentan adaptar a les niñes y que les que no lo logren sean etiquetados de forma despectiva en cuanto a sus capacidades. No es sólo necesario proponer nuevos modelos de enseñanza que sean capaces de adaptarse a diversos contextos y situaciones, también requiere de un cambio de mentalidad respecto de qué concepciones se tiene acerca de la tarea de enseñar y que dichos cambios sean los que sostengan estás propuestas innovadoras, confiando siempre en qué ningún niñe está perdido siempre que se le dé el apoyo necesario acorde a su situación.

En el caso de Po, fue un maestro que creyó en él y que buscó la forma de enseñarle. ¿Es tan utópico en la realidad? Si es así, tal vez sea momento de preguntarnos el Por qué. Citando de nuevo para cerrar al Maestro Freire:


"Aprender es para nosotros, construir, reconstruir, constatar para cambiar, y que nada se hace sin apertura en el riesgo y en la aventura del espíritu."


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