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Premios Oscar: ¿En qué momento llegamos a este punto?

Por Marcos Lobo


Quien les escribe no es particularmente una persona que le guste ser autorreferencial (al menos de forma directa) pero en este momento me parece conveniente para el desarrollo del tema. Este domingo 27 de Marzo fue la entrega de los premios de la Academia de artes y ciencias cinematográficas o popularmente llamadas los premios Oscar. No pude encontrar las energías necesarias para ver dicho evento ya que las nominadas eran, en su mayoría, películas que por falta de tiempo o ganas no pude ver. Al día siguiente, me levanté y encontré a mi hermano desayunando con su celular en mano. Lo primero que me dijo fue: "Me imagino que viste los memes de Will Smith." Ante mi duda, mi hermano se acercó y me mostró el video: básicamente Chris Rock, un actor y conocido comediante estaba presentando un premio y, en su previa ronda de chistes, se refirió al parecido entre la actriz Jada Pinkett Smith y el personaje de Demi Moore en G.I. Jane, por tener la cabeza rapada, esto debido a una condición médica de Jada. Ante esto Will Smith, actor y actual pareja de Jada, se subió al escenario y golpeó a Chris para luego volver a su asiento y amenazarlo a los gritos, diciendo, de forma no tan sutil, que "no dijera el nombre de su esposa". Chris Rock, claramente consternado, se limitó a darle fin al suceso diciendo: "Este es un suceso histórico en la historia de la televisión"



Los siguientes 3 días fueron una catarata mediática abordando el suceso, desde las grandes cadenas de televisión hasta el pequeño productor de memes haciendo su aporte cada vez que sucede un acontecimiento así. Obviamente también hubo colectivos de comunicación que abordaron este tema más en profundidad con respecto a conductas machistas y actitudes violentas. Y la verdad es que, después de leer a estos últimos, llegué a varias conclusiones: 1: ¿Hay que poner límites? Ya a esta altura está demás decir, y más allá del eterno debate en torno a lo subjetivo del humor, que burlarse tanto de la apariencia física de alguien como de su condición de salud, no es sólo una forma de violencia sino también un humor bastante simplón. El hecho de que un comediante a esta altura de la historia tenga que recurrir a este tipo de humor demuestra no sólo que no le interesa si llega a herir la sensibilidad de alguien sino que, por otro lado, es, dentro de todo, algo fácil de hacer. Como contraparte, podría poner el ejemplo de Ricky Gervais en una edición de los Globos de Oro que, si bien sí hizo algunos chistes "sacados de tono", en su mayoría se dedicó a burlarse de las altas esferas de hollywood y de cómo estaban enredados con causas de racismo, acoso sexual y pedofília. Evidentemente es un humor más trabajado y al mismo tiempo sirve como una forma de denuncia hacia las injusticias cometidas por los altos mandos de la industria cinematográfica. 2: ¿Hay que responder de esta forma? No Ya también a esta altura está demás aclarar que salir a "defender el honor de tu esposa" mediante la fuerza física es una actitud totalmente arcaica, machista y peligrosa. Todo se torna peor cuando un hecho así es "sobremediatizado" (no por nada, antes de siquiera poder desayunar, mi hermano ya me había mostrado el video del hecho y los posteriores memes que surgieron) ya que, inconscientemente, estamos convirtiendo la violencia real en material de consumo. Todo el conflicto se reduce a lo "gracioso" que es ver a un hombre golpeando al otro en medio de una ceremonia y no se habla de lo realmente grave del asunto. Por eso es bastante positivo que haya medios que no se limiten solo a informar lo sucedido sino también a ahondar la cuestión en profundidad sin necesidad de recurrir a la repetición de la imagen de un hombre adulto golpeando a otro en medio de una ceremonia. Por qué evidentemente, hoy en pleno 2022, aún hay cierta validación social para estos sucesos y por eso el reproducirlos hasta el cansancio no parece algo que pueda llegar a tener una repercusión negativa. No es el mismo caso para, por ejemplo, los deportes de contacto televisados porque, mínimo, ya se sabe de antemano que un hecho violento va a suceder. Dato de color: es particularmente gracioso ver grupos conservadores defensores del humor negro peleándose por redes con otros grupos conservadores defensores del "honor entre caballeros". 3: La víctima principal termina siendo Jada Tanto por parte de Chris Rock, por obvios motivos, como de Will Smith ya que Jada termina cosificada como "aquello que debe ser protegido" y no como un ser humano con voluntad propia. Ahora bien, no sé si corresponde llamar víctimas también a Will y a Chris porque, si bien se podría argumentar que en realidad ambos reproducen lo que se les fue inculcado por la estructura patriarcal, ambos son adultos funcionales con capacidad de razonar. Esto se evidencia porque, por su lado, Will Smith se "disculpó" por su comportamiento mientras recibía el premio a mejor actor, para luego postear una disculpa en sus redes hacia Chris y al público. Por su parte Chris no ha hecho nada público más que decir que "todavía sigue meditando lo sucedido" pero evidentemente muestra arrepentimiento. Ahora bien, tenemos que hablar del elefante en la habitación: ¿Por qué la Academia permite estos sucesos? No quiero entrar en teorías conspirativas sobre si esto fue actuado o no (más allá de que sí tiene una fundamentación más o menos sólida) pero estamos hablando de uno de los eventos más mediáticos a nivel mundial. Algo de ese talle si puede contar con medidas cautelares para evitar estos sucesos. ¿Qué sucede entonces? Evidentemente existe hoy en día una suerte de "desencanto" por esta ceremonia de premiación. Motivos hay varios, pero el principal, en mi opinión personal, es que en las últimas entregas varias veces se han tomado decisiones "cuestionables" acerca de quién es merecedor de la estatuilla. Está más que claro que para gustos no hay nada escrito pero lo que es cierto es que, en parte, la mística alrededor de este ente conocido como "La Academia" le otorgaba cierto valor a los y las ganadoras de la ceremonia en cualquiera de sus categorías. En otras palabras, si una película o las personas detrás de la misma obtenían este premio, en el imaginario colectivo significaba que la película gozaba de una "calidad superior" por sobre las que no obtenían ese premio, ya que la Academia es sinónimo de "gente que sabe de cine". Este mito se fue cayendo con el tiempo, en primer lugar porque, después de investigar un poco, nos enteramos que la Academia no es un grupo de 20 personas misteriosas detrás de escena en un cuarto oscuro que se pone a votar por los ganadores sino que está compuesta por más de 6000 personas entre las que se encuentran directores, productores, guionistas, actores, etc. (Básicamente si viste los créditos finales de alguna película, lo más probable es que haya alguien perteneciente a la Academia entre esos nombres). De ahí se explica que, si bien existe cierto elitismo, no es tan homogénea la "crítica especializada" de esta institución como uno se imaginaba. Esta caída de "prestigio" se refleja directamente en los niveles de rating. He ahí que esta ceremonia, que a fin de cuentas también es un espectáculo, deba buscar otras formas de aumentar sus televidentes. Y como dije, no quiero entrar en teorías conspirativas pero parece que sucesos como el de ayer son bastante convenientes para la difusión del evento. Nada más vean esta gráfica:


A lo sumo podríamos concluir que, si bien es poco probable que algo así esté orquestado "desde la sombras", la Academia puede estar haciendo la "vista gorda" a propósito en cuanto a tener medidas que prevean estas situaciones, dejando el campo libre para una nueva fuente de espectadores: el escándalo alimentado por el morbo. Si esto llegara a ser cierto, estaríamos hablando de uno de los puntos más bajos al que ha llegado esta famosa premiación. Ya no se trataría del amor al cine sino de ser el tema de conversación por una semana en la opinión pública. En resumen… Más allá de todo lo que hemos visto, está más que claro que, si bien este evento pudo perder aquello que lo hacía especial para el imaginario colectivo, la industria del cine no va a fallecer solo porque una supuesta Élite pseudointelectual decidió sostener tal evento a base de consumo irónico, en el mejor de los casos, o morboso, en el peor. Porque los Oscars no es todo el cine norteamericano y, más importante aún, el cine norteamericano no es todo el cine. Todos los días surgen propuestas interesantes en el Séptimo Arte, tanto en el círculo mainstream y en el under como a nivel local, nacional e internacional. Mientras haya mentes con propuestas innovadoras o con la simple iniciativa de crear algo por placer, el cine va a sobrevivir, ya sea que se dejen de fabricar estatuillas de oro o no.

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