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Subsistir: la dura realidad de los barrios vulnerados de Tucumán y el norte argentino

Por Marcos Lobo y Héctor Juárez



En la actualidad, nuestro país atraviesa una complicada situación a nivel social y económico. Según el último informe del DEP (departamento de estadísticas de la provincia) sobre los valores de la canasta básica, una familia promedio, de 4 integrantes, necesita un ingreso de alrededor de 97.000$ pesos para no caer bajo de la línea de pobreza.


La incertidumbre y crisis financiera nos afecta a todos los argentinos, pero no a todos los argentinos por igual. Ahí es donde aparecen realidades que muchas veces son ignoradas y dejadas de lado, tanto a nivel social como institucional, esa es la realidad de los barrios vulnerados, aquellos que tienen todas las de perder en este tipo de crisis.


Si bien uno puede intentar hacerse una imagen mental de cómo es el día a día de las personas que viven en estos barrios, lo cierto es que muy difícilmente coincida con lo que realmente ocurre en ellos si no ha existido un acercamiento real hacia los mismos.


Por esto, nos hemos contactado con Emilio Mustafá, un psicólogo social, que forma parte de la secretaría de adicciones en el área de abordaje comunitario y coordinador de los grupos terapéuticos barriales en los barrios "La Costanera" y "Los Vázquez", para que nos dé un panorama general sobre cómo es el día a día de los vecinos, no sólo de éstos barrios, sino de todos los barrios vulnerados a nivel general en la provincia y el norte argentino.






-Acerca de los datos de la dirección de estadística provincial ¿Coinciden con la realidad de las personas de la costanera? ¿Cómo es la estructura familiar? ¿Qué trabajos son frecuentes? ¿Llegan a esas cifras en cuanto a ingresos?


“Lo que plantea la dirección de estadística y el INDEC no coincide con la relación de casi el 98% de la gente que vive en el barrio La Costanera, que son aproximadamente 12.000, porque son muy pocas las personas que tienen trabajo en blanco. Hay algunos empleados que trabajan en la Municipalidad y que quizás puedan llegar con mucho esfuerzo y años de antigüedad a los 90 o 100 mil pesos pero son muy poquitos y el resto básicamente vive con la recolección de los residuos: son recicladores, cartoneros, etc. Muchas familias pueden llegar a juntar, entre varios miembros, 50 a 60 mil pesos contando las ayudas de los programas sociales y los planes sumado a lo que ellos ganan vendiendo cartón, que puede llegar a ser unos 30 mil pesos aproximadamente. Por otro lado, la familia tipo en la costanera son de 7 a 8 personas. Es un barrio que está situado al margen del RÍo Salí, con una historia grande de pobreza estructural que marca las condiciones de vida, ya desde hace décadas, en este sector de la población y en este último tiempo se complicó más, no solamente por la crisis social, económica sino también sanitaria, con lo que fue la pandemia. Está la imposibilidad de asegurar las cuestiones básicas de subsistencia que es la comida, la casa (que son en general precarias) y las cuestiones de salud y educación que están muy lejos de ser resueltas”.


-¿Son suficientes los subsidios o planes estatales para sobrellevar la situación?


“Mucha gente, casi el 90%, vive con el programa social. Ayuda a sobrevivir, más la tarjeta alimentaria y los distintos programas, los primeros 12 o 14 días del mes y el resto lo completan con lo que pueden llegar a obtener del cartón o de las cosechas limón. Ahí viene el rol tan importante de los comedores y merenderos, que les permite a muchas familias el poder subsistir hasta el fin de mes pues se empieza a complicar la vida después del día 15 y 16 hasta que vuelven a cobrar los programas sociales. No es que pueden sostener una vida normal y cotidiana sino que están en modo supervivencia para poder llegar a comer .

Entonces, los programas sociales sí ayudan mucho, pero ayudan para contener, no para vivir, en el sentido de que aportan a la sobrevivencia, como decía recién.

De ahí se fomenta y se sigue desarrollando lamentablemente la otra problemática del consumo de sustancias y el narcomenudeo, que va generando una legitimación social de que ahora hay familias vendiendo sustancias, lo que genera toda una complicación en los vínculos sociales y comunitarios.”


-¿Qué papel desempeñan actualmente las organizaciones sociales y barriales?


“Las organizaciones sociales fueron claves en el barrio La Costanera y más aún en el contexto de la pandemia. Se armó el Comité de Crisis que fue clave en la organización, no solamente en lo que fue la pandemia del COVID sino también con la epidemia del dengue que sufrió el barrio al principio del 2020. Fue una organización clave porque logró reunir a todas las organizaciones sociales del barrio como por ejemplo a la Corriente clasista y combativa, al Comedor de noche de La Costanera y al grupo Ganas de vivir, que son dispositivos de chicos en recuperación de las adicciones y que tuvieron un rol protagónico. También está el comedor Melitón Chávez del Movimiento Barrios de Pie, la gente de la UTEP y el Polo obrero. Ese Comité jugó un rol clave en la organización, en la solidaridad, en la promoción y educación sanitaria en los momentos más difíciles. Fue muy importante porque daba información y organizaba la ayuda cuando había personas que estaban aisladas por COVID, los comedores destinaban cierta cantidad de comida y se lo llevaban a sus casas, lo cual fortaleció el factor vincular. De ese comité de crisis surgió el Comité de mujeres barrial, con lo cual se sigue aportando a un proceso de salud colectiva. Entonces, el rol que tuvieron estos movimientos fue muy importante para la vida social del barrio, que de cierta forma sostuvieron la lucha por la salud y la salud mental.”


- En comparación con barrios con realidades similares de otras provincias ¿se pueden observar patrones comunes entre los mismos?


"En general, respecto a otros barrios, tratándose del norte argentino, que hay que decirlo, es la región más pobre de la Argentina, no recién ahora sino hace más de un siglo, hay un nudo central que marca la pobreza estructural que tiene este país y las diferencias abismales que tiene la Argentina entre sus regiones. Por algo el NOA y el NEA son las regiones con los bolsones más grandes de pobreza estructural, lo cual marca una dinámica característica de las villas y los barrios populares, que está marcada por la falta de trabajo. Lo que implicó el neoliberalismo con la desindustrialización, donde generaciones de chicos nunca pudieron ver a sus familiares trabajar en un fábrica, eso también es producto y consecuencia de lo que pasó en Argentina y creo que eso marca la realidad de hoy, que es, la de la subsistencia: de que muchas familias tengan que subsistir a partir de programas sociales que, si bien son muy importantes, no tocan la esencia central de la importancia del trabajo como organizador para la mejora de las condiciones de vida. Entonces, la mayor parte de las barriadas en Tucumán, e inclusive muchas regiones del país, muestran esa desigualdad estructural, que marcan la dinámica de estos barrios y lo que tienen que hacer para sobrevivir ante tanta desigualdad social.”


Acercamientos como los que nos brindó Emilio Mustafá son un buen puntapié inicial para conocer un poco la realidad de los barrios populares, pero nada comparado al acercamiento real y físico que personas como él hacen de forma continua hacia estas realidades y que, como habrán notado, les brindan una mirada única (además de certera) sobre lo que es realmente la cotidianidad en las zonas marginadas de la ciudad. Hoy en día, esas perspectivas únicas son más necesarias que nunca para el surgimiento de propuestas que realmente busquen atacar las causas de fondo de la pobreza estructural en estos barrios, porque si la crisis no se sufre de igual manera por todos, es porque, efectivamente, no todos estamos en condición de igualdad.

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